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El entusiasmo

Precariedad y trabajo creativo en la era digital

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Resumen

  • Autor: Remedios Zafra
  • Editorial Anagrama

¿Se ha convertido actualmente el entusiasmo de la pulsión creadora e investigadora en un instrumento compensatorio de la precariedad laboral? La respuesta afirmativa a esta pregunta, tan valiente como desoladora, representa en gran medida el argumento de la obra de Remedios Zafra, escritora y profesora de la Universidad de Sevilla y Premio Anagrama de Ensayo 2017 por el libro que se reseña. La autora establece una línea de pensamiento en la que expone el riesgo de depreciación económica que corre cualquier actividad laboral contemporánea que conlleve como materia prima las ideas, las expresiones o el pensamiento.

Su enfoque critica cómo el sistema neoliberal está permitiendo que, a raíz de la crisis, se difunda el perverso axioma de que los individuos deben sentirse afortunados (y con ello remunerados) simplemente por el placer de poder desarrollar su creatividad en un trabajo que disfruten. Zafra arremete contra las empresas e instituciones que están alimentando la separación entre la actividad intelectual y la actividad económica, exiliando el acto creativo al entorno del ocio personal donde no se entiende como necesario un salario confortable como intercambio. Con ello nos conduce igualmente a un conflicto subyacente de clases, en el que solo aquellos individuos sin obligaciones económicas pueden llegar a ser lo suficientemente libres para poder dedicarse a crear.

El autor del libro no es otro que Jorn Lyseggen, un emprendedor de éxito que en 2001 fundó la conocida Meltwater con el objetivo de recolectar información para mejorar la toma decisiones empresariales. Tal y como reza su identidad corporativa, Meltwater es una compañía que monitoriza los medios y las redes sociales para el crecimiento de negocio y la construcción de marca. Este noruego, nacido en Corea, comenzó su carrera como investigador en inteligencia artificial en el Norwegian Computing Center. Abandonó este trabajo para crear sus primeras start-ups y le fue bien. Hace apenas 4 años los datos de su empresa arrojaban unos ingresos de más de 200 millones de dólares, más de 50 oficinas por todo le mundo y más de 1000 empleados. Es decir, que sabe de lo que habla al plantear una obra como esta.

El libro de Zafra es en sí una defensa de la libertad y la pasión creativa. No solo denuncia la domesticación de las profesiones investigadoras, creativas y artísticas a través de la emoción del entusiasmo. También profundiza en los aspectos sociales, morales y económicos que lo hacen posible y en las consecuencias vitales para toda una generación de trabajadores afectados por lo que considera una toxicidad sistémica.

De esta forma, sus ideas en torno a la instrumentalización del entusiasmo, se desarrollan a lo largo de los ocho capítulos en los que se combinan los formalismos propios del genero ensayístico con recursos de la ficción narrativa. Este original estilo convierte su obra en un valioso ejercicio de libertad creadora, dando coherencia en fondo y forma a todas sus postulaciones.

En el primer capítulo «Pobreza y entusiasmo», la autora critica la existencia de una generación invisible de trabajadores que se encuentran oscilantes entre el entusiasmo intelectual y la frustración laboral por la eterna espera para lograr un puesto aceptable o un reconocimiento merecido. Precariedad laboral que es inevitablemente aceptada, según Remedios Zafra, al ser percibida como una fase necesaria del desarrollo profesional. A este empobrecimiento de las expectativas profesionales, se une además la enorme dificultad para desarrollar actualmente un pensamiento profundo por dos factores añadidos: el exceso de burocratización para vehicular formalmente algunas ideas y la imparable aceleración digital que está obligando a cambiar los ritmos creativos en pro de los tiempos vertiginosos que marca inexorablemente el mercado productivo.

Como consecuencia de todo ello, la autora se lamenta de que el entusiasmo esté pasando de ser algo íntimo, perteneciente a la esfera personal del creador, a ser algo inducido o incluso, en ocasiones, fingido, como forma de medrar laboralmente.

En este primer capítulo se presenta igual- mente a Sibilia, un personaje ficticio que pretende dar voz a todas las mujeres entusiastas y ejemplares que han dejado de producir obras porque andan «PREPARANDO su VIDA PARA poder CREAR más ADELANTE, con mejores condiciones, con un sueldo más firme» (Pág. 44). Las reflexiones, expectativas vitales y desilusiones de Sibilia, acompañan al lector a lo largo de la obra reforzando en tercera persona el drama actual de la generación que retrata Zafra.

El segundo capítulo «Solos y conectados», pone de manifiesto la fractura de los lazos corporativos entre las personas como uno de los factores que dificulta la solución al problema. La autora sostiene como la inestabilidad laboral permanente desemboca en la visión del trabajo digno como un bien escaso y, por ende, del compañero como un competidor y no como un aliado. De forma casi inevitable, todas estas circunstancias crean una profunda sensación de soledad y competitividad en las personas, pero también de fra- caso. Fracaso ante la presión social que parece querer hacer creer a los individuos que solo pueden definirse y ser definidos a través de una actividad laboral. Un trabajo que, como explica Zafra, nunca llega en plenitud, ni de forma privada, ni pública.

«OBJETIVAR COMO ÚNICA FORMA ACEPTABLE de VALORAR» es el título del tercer capítulo del ensayo en el que la autora reflexiona sobre el sistema académico actual a través de su propia experiencia personal. Zafra confiesa «siempre miré A LA ACADEMIA con rece- lo» (Pág. 77), alegando que ésta ha sufrido un pro- ceso de sumisión al mercado y ha acabado ofreciendo una «CULTURA EN TROZOS APTOS PARA LA CIRCULACIÓN RÁPIDA Y POSICIONABLE» (Pág. 79). Desde su punto de vista, el sector investigador se encuentra empobrecido como consecuencia de la imposición neoliberal de la apariencia. Cuestiones como dónde se publica y todo los aspectos formales necesarios para ello, han adquirido mucho más valor que realmente la calidad de aquello que se publica.

Y aquí aparecen dos personajes de ficción nuevos. De un lado «el hombre fotocopiado» que representa el estereotipo de investigador leal al sistema académico actual y que «ABANDONÓ ÉTICA y principios por moderNAS CAMISETAS y GAFAS» (Pág. 84). Un trabajador de lo académico que ni cues- tionará ni creará ningún conflicto en la institución que representa con la estretegia de poder llegar a dirigirla algún día. De otro lado aparece magistralmente la Seño- ra Spring, quien según nos cuenta, se atrevió a intentar publicar un trabajo poético en una re- vista indexada. Remedios Zafra redacta aquí el supuesto escrito que envía al comité científico cuando le piden explicaciones por su atrevi- miento. Dicho texto es en sí una visión de todo lo que la autora considera que debe de regene- rarse en lo académico: los corsés formales, las clasificaciones arbitrarias sobre lo que es cono- cimiento, los limites a la abstracción y los patro- nes excluyentes y otras hierbas.

El retrato social de Zafra prosigue a partir de aquí con sus ideas sobre los efectos de la trans- formación digital adentrándose poco a poco en la esfera más íntima de las personas. Así, en el capítulo cuatro «SOLAPAR LA VIRTUALIDAD» denuncia la vanidad como el gran motor de las redes so- ciales y el lado oscuro de la creación en red, donde las audiencias han tomado el poder de decidir lo que es real más allá de lo que es ver- dad. Todo un ecosistema a favor del entusiasmo inducido donde nuestro comportamiento más que libre, es predecible, medible y vendible.

Ya en el capítulo cinco, se denuncia el individualismo contemporáneo gracias al relato del día a día de Sibilia, que trabaja en una beca por la que no cobra, gracias a la cual conoce al Señor Spingel. Un profesor que hace el seguimiento de su investigación y que sueña con impartir formación solo de forma digital ya que «COBRA y come» solo por su vocación online, lo que refleja el alejamiento actual de la realidad material del otro y de su presencia física, alterando los afectos e interacciones interpersonales.

Las relaciones entre tecnología, deseo y realidad física de los entusiastas a través de la vida íntima de Sibilia son los componentes principales del capítulo seis, «PRECARIEDAD Y DESEO». Aquí, la autora reflexiona sobre la estimulación del deseo afectivo mediante las pantallas digitales. Además nos habla sobre la soledad individual ante el despliegue del colonialismo digital de nuestra vida privada. Casi terminando el ensayo, el capítulo siete es dedicado a reflexionar sobre la práctica creativa en la red en pro de la búsqueda de la visibilidad y la actual dimensión comercial de la vocación profesional. Este argumentario le sirve para exponer una contundente perspectiva de género a través de un paralelismo entre la suficiencia de un pago inmaterial tanto en el traba- jo creativo como en el trabajo doméstico, ambos frecuentemente feminizados, denunciando «ese terrorífico mito de las mujeres que ya están pagadas con el amor que reciben» (Pág. 200).

Por último, en el capítulo que pone cierre al ensayo titulado como «CULTURA Y PRECARIEDAD», la autora vuelca su mirada en el sistema y las relaciones entre la circulación creativa complaciente y las formas de apropiación de la estructura social. Y sobre todo expone sus ideas finales sobre la necesidad de que el ejercicio de la creatividad sea intrínsecamente libre, es decir, que por propia elección, no busque en su origen ninguna alianza ni estrategia.

Los constantes autores referenciados en el libro, desde Michael Foucault a José Luis Borges, pasando por Adrienne Rich y Laurie Penny, reflejan la complejidad de los planteamientos de la autora. En palabras de la propia Remedios Zafra, «El entusiasmo» no es una obra dócil, ni tampoco reconforta los oídos. Es incómoda y perturbadora pero nace de la emancipación crea- dora y es por ello que, probablemente, llegue a tocar algo muy íntimo en el lector. Este es el tipo de obra que permite resignificar la creatividad humana porque es capaz de elevarla a una dimensión mayor: su inherente capacidad transformadora.