Vivimos en Matrix y te lo voy a demostrar.

Wachowski predijo en 1999 un mundo futurista donde los seres humanos sucumbían frente a máquinas inteligentes capaces de modificar la mente humana y obtener energía para su beneficio. Dos décadas después, este mundo maquiavélico llamado Matrix no desentona tanto de la realidad que vivimos.

Las máquinas inteligentes han pasado a formar parte de nuestra vida. Según el último estudio sobre equipamiento y uso de tecnologías, desarrollado por el INE, el 91’4% de los hogares españoles cuenta con acceso a internet. Tal es la expansión que, citando el “Informe Mobile 2020”, actualmente existen más de 7’6 millones de adictos al móvil en nuestro país, 3’7 de los cuales admitía: “no poder pasar más de una hora sin consultarlo”. (INE, 2019)(Ditrendia , 2020)

La presencia de máquinas inteligentes en nuestro entorno es innegable. Ahora bien, la verdadera pregunta que nuestra sociedad debería plantearse es: ¿realmente modifican nuestra mente para su beneficio?, y en caso afirmativo, ¿estamos a tiempo de remediarlo?

Partiendo del mercado globalizado actual, donde la aparición de internet permitió un mundo interconectado con millones de usuarios, el marketing digital pronto fue una excelente oportunidad de negocio para publicitar y aumentar el beneficio de las empresas. Las grandes compañías tecnológicas, conscientes del gran premio económico en juego, adaptaron sus plataformas con unas herramientas que cambiarían por completo la red: los algoritmos. 

Los algoritmos son complejos sistemas informáticos que realizan de forma automática directrices pre-establecidas, con la virtud de mejorarse a sí mismos para lograr la mayor eficiencia. Estas herramientas tan a la orden del día, casi mitificadas, han permitido a las empresas tecnológicas obtener información masiva de sus usuarios, personalizando el contenido que estos visualizan hasta niveles comparables a la simulación de Matrix. 

Hoy en día, es una realidad que cada uno de nosotros ve algo totalmente distinto en sus redes sociales, buscadores, plataformas de contenido…todo se ajusta de forma individual para obtener la máxima atención del usuario. Estos algoritmos mejoran de forma continua, absorbiendo cada visualización, cada “me gusta”, cada segundo de pantalla, aprendiendo y ajustándose cada vez más al usuario…o a lo que la compañía tecnológica desea del usuario. 

En el documental “El dilema de las redes sociales”, varios ex directivos de las principales compañías tecnológicas admitían y denunciaban el funcionamiento manipulador de estos algoritmos, cuyo objetivo final se limita a introducir el máximo número de anuncios posible, potenciando su impacto en el usuario y moldeando su comportamiento para lograr la venta. Este modelo, además de suponer una fuente masiva de ingresos para las tecnológicas, abrió la puerta a todo tipo de publicidad digital: remarketing, spam, anuncios en publicaciones, banners, y demás técnicas disruptivas que bombardean de manera continua y bien planificada al usuario impactando en su subconsciente. ¿Realmente compramos lo que necesitamos/deseamos?, ¿o compramos lo que han proyectado en nuestro subconsciente que necesitamos/deseamos? (El dilema de las redes sociales., 2020)

Los efectos psicológicos de esta publicidad y marketing digital sin ética, conjunto al uso incontrolado de las redes sociales, afectan sobre todo entre la población más joven, generando daños en su proceso de madurez, con síntomas de adicción y pérdida cognitiva comparable a cualquier droga química, como ya evidencian estudios psicológicos. (Díaz, 2019)

Podemos concluir por tanto que los algoritmos sí modifican nuestro subconsciente mediante publicidad digital, con la única diferencia respecto a Matrix que en nuestro mundo el beneficio deseado no es energía, sino dinero.

¿Estamos a tiempo de escapar de esta realidad?, ¿vale todo en la publicidad digital?, las respuestas a estas preguntas deben ser planteadas lo antes posible por nuestra sociedad.  Es necesario una ética global que modere el uso de esta publicidad por parte de las empresas, conjunto a una legislación que proteja a los usuarios. De hecho, tanto a nivel nacional con la ley LOPDGDD, como europeo con la normativa General Data Protection Regulation, se trabaja en proteger el mundo digital de publicidad sin ética, que no hace justicia al espíritu y principios del marketing. (gdpr-info.eu, 2018) (AyudaLeyProtecciónDeDatos.es, 2018)

A partir de este momento, cada vez que el lector visualice múltiples veces un mismo anuncio en su smartphone, acuérdese del trabajado sistema de algoritmos y publicidad digital sin ética que simulan su realidad para obtener beneficio económico. Será ya decisión del lector si toma la píldora azul e ignora el problema, o opta por la roja y abraza la incómoda realidad. 

Trabajos citados

AyudaLeyProtecciónDeDatos.es, 2018. Guía adaptación de la LOPD a LOPDGDD. [En línea] 
Available at: https://ayudaleyprotecciondatos.es/lopdgdd/
[Último acceso: 27 enero 2021].

Díaz, 2019. TESIS DOCTORAL – Bases psicológicas de la adicción al «smartphone», Madrid: UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID FACULTAD DE ENFERMERÍA, FISIOTERAPIA Y PODOLOGÍA ., s.l.: s.n.

Ditrendia , 2020. Informe Mobile en España y en Mundo 2020. [En línea] 
Available at: https://ditrendia.es/informe-mobile-2020/
[Último acceso: 27 enero 2021].

El dilema de las redes sociales.. 2020. [Película] Dirigido por Jeff Orlowski.. Silicon Valley .: Exposure Labs .

gdpr-info.eu, 2018. General Data Protection Regulation.. [En línea] 
Available at: https://gdpr-info.eu
[Último acceso: 27 enero 2021].

INE, 2019. Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los Hogares. [En línea] 
Available at: https://www.ine.es/prensa/tich_2019.pdf
[Último acceso: 27 enero 2021].


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