El desafío de la colaboración global

Que el éxito en una empresa se encuentra mediatizado por distintos atributos es un hecho. Sin embargo, teniendo en cuenta la globalización, hoy en día se producen multitud de asociaciones empresariales sin importar la ubicación geográfica de las mismas. En otras palabras, la colaboración global se ha vuelto un factor crítico de éxito en las empresas.

No obstante, dicha colaboración, además de ser un factor que puede conllevar al éxito, también implica ciertos riesgos. Al iniciar un proceso de negociación con equipos procedentes de distintas culturas, es fácil que existan diferencias importantes: malentendidos culturales, falta de confianza, mal manejo en las negociaciones, dificultades derivadas de los idiomas o problemas relacionados con la alineación del equipo, entre otros.

Antes de negociar, hay que investigar con quien negociamos, además de las pautas generales que se suelen seguir en dicho país y cultura.

Para poder comunicarnos eficazmente en una negociación y llegar a un punto en común, conocer la cultura de la otra parte es fundamental. Sin conocimiento, no tendremos las pautas para entender su comportamiento y, por tanto, tampoco sabremos adaptar el nuestro para poder conseguir nuestros objetivos. Conforme comprendamos los valores y creencias más profundas de personas de otras culturas, más fácilmente podremos predecir su comportamiento en diversas situaciones. Es decir, más fácil será colaborar de manera eficaz.

En este sentido, la Inteligencia Cultural (CQ) toma un papel clave. Es precisamente su desarrollo un gran punto a nuestro favor: puede ayudarnos en la comprensión de las diferencias interculturales, lo cual nos proporciona una sólida ventaja, tanto individual como grupal, en una negociación o colaboración. Y para ello, es necesario observar para aprender, confiar en nosotros mismos y ser flexibles para adoptar nuevos comportamientos, si la situación así lo requiere. Por ejemplo, es una gran idea informarnos sobre la otra cultura a través de novelas o documentales que estén contextualizados en ella.

Además, como en toda interacción humana, la confianza es un constructo que, en muchas ocasiones, define el tipo de interacción que se presenta. Si se encuentra presente, la colaboración entre empresas es más probable que se facilite. De hecho, se ha evidenciado que cuando existe un ambiente en el que predomina la confianza, las negociaciones son más eficaces, permitiendo una mayor y mejor resolución de los malentendidos debidos al idioma y provocados por la distancia física, y fomentando la posibilidad de alinearse en un propósito en común a las dos partes. En este sentido, no debemos olvidar el impacto que puede conllevar el hecho de presentar a cada miembro según sus competencias: logros y experiencia profesional.

Otro factor relacionado es la asunción de modelos de comunicación subyacentes a la propia cultura. Es decir, cada cultura asume un modelo de comunicación y comportamiento que puede, por ejemplo, estar basado en la aplicación de comentarios positivos para reforzar el progreso o, por el contrario, en la utilización de comentarios que recuerden los fallos. Conocer qué modelo sigue la otra parte es necesario para poder comunicarnos en el mismo idioma y, para ello, la investigación de nuestros socios es imprescindible. 

Pero, ¿qué pasa con el idioma?

Cuando nos comunicamos desde diferentes puntos del planeta, los problemas en la comunicación basados en el idioma son comunes, y pueden constituir un gran impedimento. Por ello, es importante fomentar una comunicación que sea inclusiva, facilitando el uso de un idioma en común en el que predomine el refuerzo verbal y una actitud positiva, y animando a los hablantes que no participan a menudo a contribuir, además de controlar los turnos.

Además, no hay que olvidar que este tipo de negociación suele ser virtual y, más aún, desde la situación producida por la pandemia de la COVID-19. Por ello, muchos aspectos que se transmiten en una interacción en persona se encuentran totalmente ausentes, haciendo que otros factores requieran de nuestra atención. En este sentido, la planificación horaria es fundamental, así como la utilización de tecnología adaptada al tipo de interacción o negociación que se pretende, además de un esfuerzo enfocado al conocimiento mutuo: utilizar una forma de comunicación informal, de vez en cuando, facilita este aspecto.

En líneas generales, tras la realización del curso Harvard enfocado al estudio y entrenamiento sobre como potenciar la eficacia en un contexto empresarial de colaboración global, puedo concluir con la exposición de distintos puntos clave que pueden ayudar a cualquier persona a entender el trabajo que requiere: conocimiento e investigación de la cultura,  desarrollo de un contexto de confianza entre los diferentes miembros, entrenar la flexibilidad y apertura en cuanto al entendimiento del comportamiento (propio y ajeno), fomentar una comunicación inclusiva y, por último aunque no menos importante, trascender la distancia física.

Enfocar nuestros esfuerzos a un correcto desarrollo de las habilidades necesarias para poder comunicarnos, de forma profesional, con personas de otras culturas, es un factor crítico hoy en día. No olvidemos que, en el mundo híper conectado en el que vivimos, la globalización no solo es económica. No solo se trata de asuntos relacionados con capitales y mercancías, sino también de decisiones estratégicas que muy probablemente tengan que trascender fronteras para causar el impacto que deseamos.

Bibliografía

Duarte, C. M. (2020). El virus que despertó la colaboración global. El País. Disponible en: https://www.google.es/amp/s/elpais.com/elpais/2020/04/21/eps/1587488761_803173.amp.html (Acceso: 20 de abril de 2021).

IntraLinks (2016). La colaboración segura contribuye al éxito global de las empresas. Disponible en: https://www.intralinks.com/es/blog/2016/12/la-colaboracion-segura-contribuye-al-exito-global-de-las-empresas (Acceso: 19 de abril de 2021).

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