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Julio 2019

La orientación universitaria en la Generación Z: Cambios y retos

Publicado por: Institución
La orientación universitaria en la Generación Z: Cambios y retos

La participación de varias instituciones educativas durante la pasada Jornada de Innovación Docente organizada por ESIC, Campus Barcelona, demostró el gran interés que nos une por ofrecer el mejor servicio de orientación pre-universitaria a nuestros jóvenes. Así pues, con el objetivo de que los contenidos tratados durante esta jornada de reflexión y debate den los mejores frutos, a continuación, exponemos una serie de ideas principales y conclusiones que pudimos recoger durante el encuentro:

PUNTO DE PARTIDA: ¿Entendemos a la “Generación Z”?

Antes que nada, lo primordial es conocer las peculiaridades que caracterizan a los jóvenes que van camino de iniciar su educación superior. La juventud de hoy posee caracteres e intereses distintos a los de la generación anterior (estamos muy lejos ya de la llamada “Generación Y”), cuyos comportamientos debemos conocer, sabiendo de antemano que nuestro compromiso será el de adaptarnos a sus necesidades, por un lado, y el de prepararlos para su futuro profesional por otro. Así pues, nuestra función es doble: debemos atender sus necesidades aspiracionales respecto a sí mismos y su futuro, pero sin perder de vista qué exigen de ellos el mercado laboral y su entorno.

Nos encontramos ante una generación “digital native” que vive hiper-conectada a través de pantallas que les permiten recibir inputs casi constantemente. La exigencia de inmediatez y la impaciencia son, pues, rasgos que caracterizan a estos jóvenes, así como su capacidad para captar la realidad de forma multi-sensorial, gracias al entorno multimedia en el que se desenvuelven.

CONCLUSIONES: Debemos trabajar conjuntamente sobre dos tendencias de comportamiento, una positiva y otra negativa, que observamos en esta generación: por un lado, debemos reforzar su capacidad de ser exigentes para llevarlos a una auto-exigencia efectiva y despertar en ellos un compromiso con sus expectativas y su entorno, en la que aprovechen todas las posibilidades del ecosistema multimedia y digital para ser creativos, innovadores y rompedores. Por otro lado, debemos saber contrarrestar su deseo de inmediatez en los resultados y su individualismo. Su entorno de hiper-conectividad puede inducir en los jóvenes una actitud puramente consumista, que se distingue por el “aquí y ahora” y, dado que mayoritariamente se desarrolla en internet, promover su aislamiento. En este sentido, es fundamental transmitir valores que fomenten el trabajo en equipo y la importancia del esfuerzo individual. Ambas tendencias se contraponen, por lo que debemos buscar la manera de alentar una en detrimento de la otra.

El FIN DE NUESTRA ACTIVIDAD: ¿Qué busca el mercado laboral?

Si analizamos la situación laboral de nuestro país en estos momentos, nos encontramos ante un panorama difícil para nuestros jóvenes. Especialmente cuando se trata del primer empleo, las condiciones laborales suelen ser muy precarias: la inestabilidad laboral, las bajas retribuciones y la temporalidad están a la orden del día. De hecho, las estadísticas apuntan a que los jóvenes cualificados necesitan aproximadamente 62 meses para alcanzar su primera contratación indefinida, siendo habituales varios episodios de desempleo en los primeros años de la carrera laboral (FUENTE: “La odisea de entrar en el mercado laboral para los jóvenes: casi 8 años para tener un contrato indefinido, por Inés Calderón, EL ECONOMISTA).

Este contexto, no obstante, también puede ofrecer distintas opciones adecuadas a las metas de nuestros jóvenes. La “Generación Z” se caracteriza por ser digital, emprendedora, dinámica, proactiva, y el mercado está más abierto que nunca a incorporar talento de este tipo. Más que acreditar cierta formación o la obtención de titulaciones, las organizaciones valoran más que los candidatos demuestren que tienen ciertas capacidades y actitudes, entre las que destacan las habilidades como la creatividad “out of the box”, la capacitación digital y tecnológica o las competencias sociales como la comunicación o el trabajo en equipo. Ello significa que las empresas valoran especialmente que las curriculums de los candidatos que postulan a sus vacantes junior incluyan, además de la titulación universitaria de rigor, un conjunto de experiencias que les permitan acreditar estas aptitudes: las prácticas profesionales, los voluntariados y las estancias internacionales son la mejor garantía de éxito para los jóvenes que buscan su primera contratación.

Por otro lado, el contexto actual también ofrece muchas oportunidades para emprender, debido especialmente a la creación de organismos que prestan asesoramiento para sacar al mercado un nuevo proyecto, así como ayudas financieras que, aunque son difíciles de conseguir y siempre suponen algún riesgo, son cada vez más numerosas.

CONCLUSIONES: Nos encontramos ante un entorno profesional que exige cada vez más, especialmente a las nuevas generaciones. Sin embargo, las organizaciones que quieren adaptarse a las nuevas realidades de la economía son conscientes de que los jóvenes pueden aportar un gran valor diferencial respecto a generaciones anteriores. Desde las instituciones educativas debemos poder desarrollar este valor diferencial para conseguir que nuestros jóvenes hayan alcanzado el mayor grado de talento competitivo posible al salir de nuestras aulas.

Entre las capacidades más demandadas por las empresas y en la que los jóvenes suelen destacar, son todas aquellas relacionadas con los temas digitales, la computación y las herramientas multimedia. Así pues, las instituciones educativas deben proveer a profesores y alumnado de aulas mínimamente informatizadas y técnicamente equipadas, para que la formación pueda impartirse a través de los medios digitales con los que más adelante, en su futuro profesional, deberán trabajar. El factor docente en este punto es quizás más crucial que la propia infraestructura, dado que está en manos del profesor motivar al alumno para explorar todas las posibilidades de la tecnología digital más allá de lo que un “digital native” ya domina por propia iniciativa.

Por otro lado, uno de los puntos en los que las universidades deben trabajar es en la internacionalización de sus estudiantes. El inglés como lengua indispensable en el programa de materias y fomentar la transmisión de conocimientos en este idioma es siempre garantía para impulsar su competencia lingüística. Sin embargo, es más atractivo para las empresas que los alumnos puedan acreditar estancias académicas o prácticas profesionales en el extranjero, siendo experiencias enriquecedoras en muchos sentidos.

Por último, dado que debemos proveer a los alumnos de conocimientos que sean realmente prácticos y efectivos en el mundo laboral, hay que fomentar el trabajo de casos reales y simulacros empresariales en las aulas, que son también un aliciente para desarrollar el espíritu emprendedor tan demandado en la actualidad.

LA FORMACIÓN COMO MEDIO: La importancia de la orientación universitaria

Saber asesorar a estos estudiantes no es tarea fácil. A pocos meses del inicio del curso muchos son los que todavía están indecisos sobre qué estudios van a elegir. Es aquí donde el papel de los profesionales de la educación es crucial para ayudar en el proceso de la toma de decisión, que no incluye solamente qué estudiar, sino qué nivel de estudios es el adecuado, en qué institución cursarlos, y demás variables que también son importantes antes de llegar a una conclusión (como, por ejemplo, en qué idioma estudiar, a qué becas se puede optar, posibilidad de realizar alguna doble titulación, etc.). Además, es notorio que, año tras año, el nivel de oferta crece con nuevos grados y titulaciones cada vez más especializados, y ya son muchas las instituciones educativas que operan en Catalunya.

Así pues, no es de extrañar la gran variedad de herramientas y actividades para ofrecer orientación a nuestros jóvenes. Desde tomar las propias calificaciones del alumno como referencia para determinar qué es aquello en lo que más destaca (aun sabiendo que una calificación numérica está lejos de mostrar todas las capacidades del alumno), hasta los tests psicotécnicos, los análisis DAFO, etc., son muchas las metodologías posibles para fomentar la reflexión sobre sí mismos, que es quizás la primera fase de la orientación académica. Además, las instituciones educativas también organizan sus propias actividades de orientación/captación de futuros estudiantes, como son las sesiones informativas, las jornadas de puertas abiertas, los seminarios prácticos, etc., que son dirigidos para aquellos que ya tienen una idea aproximada de lo que quieren estudiar, pero están indecisos sobre algún aspecto concreto de la formación o respecto a la institución misma.

El sistema/mercado universitario también ofrece distintas herramientas, ya sean de iniciativas privadas o públicas, al alcance de estos jóvenes para ayudarles a dar este importante paso. El Saló de l’Ensenyament es un buen ejemplo de proyecto público que busca ofrecer esta orientación a estudiantes catalanes, mientras que aplicaciones como Modum o Infoversity son ejemplos de iniciativas privadas que, mediante experiencias personales de otros estudiantes o mediante cuestionarios de personalidad, intentan esclarecer las dudas sobre las distintas opciones que tienen los futuros universitarios.

Así pues, es comprensible que los jóvenes se sientan abrumados ante la expectativa de iniciar su formación universitaria…

CONCLUSIONES: Quizás debamos replantearnos el propio enfoque de la orientación universitaria e, incluso, el propio sentido de la educación superior.

Si tomamos como punto de referencia el objetivo final de la formación, es claro que lo que todo estudiante (¡y padre!) busca es su máximo desarrollo profesional para llegar a las mejores opciones laborales posibles en un futuro. Es decir, el fin de la formación no es otro que el de preparar al estudiante para su éxito ante el mercado laboral que se encontrará al finalizar todas y cada una de sus etapas académicas. Si esto es así, entonces la orientación universitaria no debería entender el título universitario como un fin en sí mismo, sino como un medio o puente hacia el mundo profesional. Es importante, por otro lado, entender que la orientación universitaria se sustenta bajo premisas que pueden variar en el futuro. El mercado laboral es cambiante y, una buena muestra de ello es que hoy en día hay profesiones, muy demandadas hace años, que han dejado de ser necesarias para dar paso a nuevos puestos y tipologías de trabajo. Además, el desarrollo profesional ha de ser una preocupación long-life, para toda la vida. Ninguna carrera universitaria determina el futuro profesional de nuestros estudiantes, ¡ni siquiera la que no se estudia! Bajo esta óptica, el “fracaso” en la elección de los estudios puede reinterpretarse de muchas maneras y, al fin y al cabo, el desarrollo integral de un profesional debe entenderse siempre como una carrera de fondo, dispuesto a regresar a las aulas si descubre carencias u quiere desarrollar nuevas inquietudes. Así pues, una buena orientación universitaria no puede perder de vista cuál es su finalidad, así como el sentido último de la verdadera formación.