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Comunicación interna, sufrimiento y gestión de personas. Una aportación desde la losoa · págs. 116 a 135
Se ha discutido antaño, sin bien hoy se hace
en menor medida, si el sufrimiento proviene de
forma exclusiva del daño físico, o si también de
la psique. Es doctrina asentada que el dolor pue-
de provenir por razones de daño físico, o por
razones psicológicas (Denault, Lussier, Mon-
geau, Paille, & al., 2004). Por lo demás, es tam-
bién posible que el dolor psíquico produzca,
además, efectos somáticos conocidos como «sín-
tomas». No es únicamente el grado de dolor físi-
co lo que provoca el sufrimiento, sino que he-
mos de tener en cuenta, tanto más en el mundo
empresarial, la percepción subjetiva que hace
que el sufrimiento sea mayor o menor en cir-
cunstancias similares (Ridner, 2004). Existe en
ese sentido un componente del concepto de su-
frimiento que ha de tenerse en cuenta para justi-
ficar su subjetividad, y es la sensación del indivi-
duo de su propia vulnerabilidad (Black &
Rubinstein, 2004).
Los profesionales experimentan momentos
de presión que influyen en que el mero riesgo
sobre la pérdida del trabajo, su sola posibilidad,
les hace sentir en extremo vulnerables. Esto es
debido a las responsabilidades que asumimos en
la sociedad actual y que nos condicionan en me-
nor o mayor medida. Ante esta situación, unas
personas se defienden mediante la exterioriza-
ción de una posición de endurecimiento perso-
nal. Otros, en cambio, sienten sufrimiento emo-
cional que la sociedad juzga como signo de la
citada vulnerabilidad. En cualquiera de las op-
ciones, el ser humano percibe el trabajo que de-
berá realizar por el resto de su vida profesional
como una ardua y costosa tarea, un callejón sin
salida en el que siempre estará acompañado por
una forma de sufrimiento (Morse, 2000). La si-
tuación individual y, en la mayoría de las ocasio-
nes anónima, de sufrimiento, no se produce en
un ámbito cerrado y hermético, sino en el seno
de la vida en grupo a la que todos nos vemos
abocados. Por tanto, el mayor o menor grado de
sufrimiento se verá influído por nuestra situa-
ción en dicho grupo y será mayor o menor en
función de la situación de poder o de subordina-
ción en que se encuentre cada uno (Georges,
2002).
Describe la situación actual el conocido so-
ciólogo Byung-chul han, del siguiente modo:
«Vivimos una fase histórica especial, en la que la
libertad misma da lugar a coacciones. La libertad
del poder hacer genera incluso más coacciones que
el disciplinario deber. El deber tiene un límite. El
poder hacer, por el contrario, no tiene ninguno. Es
por ello por lo que la coacción que proviene del po-
der hacer es ilimitada. No encontramos, por tanto,
en una situación paradójica. La libertad es la con-
trafigura de la coacción. La libertad, que ha de ser
lo contrario de la coacción, genera coacciones. En-
fermedades como la depresión y el síndrome de bur-
nout son la expresión de una crisis profunda de la
libertad. Son un signo patológico de que hoy la liber-
tad se convierte, por diferentes vías, en coacción»
(Han, 2014. p.7)
Siendo así las cosas, hoy, sin embargo, el des-
cubrimiento de la persona que padece por cau-
sas profesionales se suele producir por mera in-
tuición y el análisis del comportamiento que
muestra la persona y su evolucion desde su in-
corporación a la organización, pero más signifi-
cativamente mediante el establecimiento de mé-
todos de escucha de las necesidades y los
requerimientos de los empleados (Hard-Lord,
Larsson, & Steen, 1999).
La Psicología y la Sociología, han tratado de
encontrar herramientas para ayudar a las perso-
nas a paliar su padecimiento en las empresas. No
se ha tenido sin embargo en cuenta a tal fin el
pensamiento filosófico; incluso algunos lógicos
formalistas y filósofos de la ciencia, sienten ani-