
aDResearch ESIC
82
83
Roles y estereotipos de género en publicidad infantil: ¿Qué ha cambiado en las últimas décadas? · págs. 80 a 99
Nº 18 Vol 18 · Segundo semestre, julio-diciembre 2018 págs. 80 a 99
Introducción
La publicidad y sus impactos masivos son parte
del día a día de la sociedad y, a pesar de que en los
años 90 había menos canales y medios de comuni-
cación, aún así eran una pieza fundamental en una
sociedad que se abría cada vez más al consumo.
Asimismo, ésta fue la época en la que aparece el
término «tweens» para describir a la generación
que está entre los 8 y 13 años, convirtiéndose en
un nuevo foco de consumo para el mercado, un
nuevo target imprescindible para el mercado de
los niños a medio camino hacia la adolescencia.
(González-Anleo, 2014, p. 76). De hecho, ac-
tualmente los niños tienen una gran capacidad
de influencia, son importantes prescriptores de
compras y utilizan la insistencia al adulto para
provocar una compra deseada (Tur, 2017). La pu-
blicidad, cuyo fin último es incrementar la venta
de las marcas, también cumple otra función que si
bien no es perseguida por el anunciante, actúa con
gran fuerza en la sociedad: es un potente agente
socializador. (Pollay, 1986, p. 21-27).
Mediante la socialización se adquieren roles y
estereotipos que varían según el género del indi-
viduo, así como de su cultura, espacio y ámbito
temporal. Hay que considerar la socialización
como un proceso que dura toda la vida y en
el cual el comportamiento humano se ve cons-
tantemente configurado por las interacciones
sociales. La socialización primaria ocurre en la
etapa de bebé e infancia, siendo éste el período de
aprendizaje cultural más intenso. Es el momento
en el que los niños y niñas aprenden a hablar y
también las pautas básicas de comportamiento
que constituyen los cimientos del aprendizaje
posterior, incluyendo valores, normas y creen-
cias que componen las pautas de cada cultura.
(Giddens, 2001, p.88).
La publicidad, usando todos los elementos
que componen un anuncio —desde los per-
sonajes y su estética, los escenarios donde se
desarrolla la escena, hasta la música o tono uti-
lizado— crea una historia que a menudo incluye
roles y estereotipos de género, pues suele estar
segmentada por sexos. Según Goffman (1979),
los publicistas toman expresiones de género ma-
nifestados socialmente y los reproducen exage-
rándolos. De esta manera, los niños asimilan
ideas que no son reales aunque se encuentren
con ciertos roles y estereotipos de género en sus
sociedades, por lo que las ideas se refuerzan.
Sandoval, M. (2006).
Todo ello forma parte del proceso de cons-
trucción social de su género y de su identidad.
Asimismo, el juego forma parte del aprendizaje,
por lo que en cierta manera influye también en
el proceso de construcción del género tanto los
juguetes como las maneras de jugar de cada niño.
(Klass, P., 2018). En este sentido, los juguetes
divididos por género según lo que es considerado
«correcto» para niños y niñas pueden limitar el
desarrollo de diferentes capacidades como viso-
espaciales, de iniciativa, o habilidades sociales.
(Cherney, I. D., & London, K., 2006, p. 718).
En los casi 30 años que separa la década de los
90 de la actualidad, ha habido innovaciones en las
formas de comunicar, tendencias y nuevas formas
de consumo. Sin embargo, los roles y estereotipos
asociados a lo «masculino» y «femenino» siguen
muy presentes. Eva María de la Peña Palacios
en su proyecto Fórmulas para la igualdad para la
Fundación Mujeres (2007, p.5) explica cómo los
niños y niñas van recibiendo desde la infancia
distintos mensajes según su sexo, dando lugar al
origen de las desigualdades. Presenta una tabla
de «mensajes rosas» y «mensajes azules» entre los
que encontramos ideas como que «lo femenino»
incluye ser «servicial y atenta», «coqueta y presu-
mida» o «emocional y sensible», entre otros. En
cambio, en los mensajes sobre «lo masculino» en-
contramos las ideas de ser «seguro y aventurero»,
«independiente» o «agresivo». Al elegir hobbies,
juguetes o referencias, los niños siguen teniendo
mayor preferencia que las niñas por la tecnología,
deporte y aventura, y ellas en casi un 100% siguen
prefiriendo las princesas y lo «femenino». (Tur, V.
y López-Sánchez, C., 2012).
Aparte de los roles y estereotipos, podemos
distinguir entre distintos ambientes o escenarios
asociados a un sexo u otro solo por ideas precon-
cebidas. De esta manera, el ámbito de «lo priva-
do» que representa la esfera doméstico-familiar,
está asociado tradicionalmente a ellas y el ámbito
de «lo público», una esfera social, exterior y de
reconocimiento, a ellos. (Postigo, 2007, p.282).
Según el informe «Gender stereotypes about inte-
llectual ability emerge early and influence children»s
interests» (Science, 2017) la formación de estereo-
tipos comienzan muy temprano: a los 6 años las
niñas se ven como personas menos «brillantes»
de lo que lo hacen los niños. Desde esa edad,
tanto ellas como ellos piensan que los hombres
son más inteligentes y las niñas se ven a sí mismas
mayoritariamente como personas «que se esfuer-
zan mucho». Los profesores Bakir, Blodgett y Rose
realizaron un estudio con niños de 5 a 6 años y
de 9 a 10 años para analizar la percepción de la
publicidad según género y edad y expusieron que
la percepción de roles y estereotipos de género
tradicionales no influye tanto según el género de
los niños, sino más por la edad; las niñas de 5 a 6
años aceptaban los roles y estereotipos de género
en publicidad con más convicción que las prea-
dolescentes. (2008, p. 255-266). Otro estudio de
2017 llevado a cabo por Global Early Adolescent
Study, elaborado en 15 países por la Organización
Mundial de la Salud y la Universidad de John
Hopkins (García, C., 2017), estima que entre los
10 y 14 años, los niños y niñas tienen ya asumidos
roles, estereotipos y expectativas de género, como
que las niñas son vulnerables y los niños fuertes
e independientes.
El problema de que los estereotipos de gé-
nero comiencen tan pronto es que se integran
en la personalidad y condicionan el desarrollo y
expectativas de los niños de cara al futuro. Esto
puede ser observado por ejemplo en las carreras
profesionales, donde las mujeres suelen descartar
campos tradicionalmente asociados con la «bri-
llantez» —ingeniería, ciencia, etc.— (Antena 3,
2017). También en el rechazo de cuidados socia-
les y domésticos por parte de los hombres, o la
idea de que se debe proteger a las chicas por ser
más vulnerables, enfatizando el afán por vigilarlas
y sancionándolas cuando rompen las normas.
(Global Early Adolescent Study, 2017).
Un estudio sobre «Sexismo en la campaña de
publicidad de juegos y juguetes 2013» llevado a cabo
por Izaskun Landaida, revela otro dato relevante
respecto a los roles y estereotipos de género desde
pequeños: los hombres son modelos de referencia
para ambos sexos, mientras que las mujeres sirven
de modelo de referencia solamente para las niñas.
Las últimas investigaciones de dos de las or-
ganizaciones que más han estudiado el sexismo
en la publicidad infantil, FACUA-Consumidores
en acción y el Observatorio Andaluz de la Publi-
cidad no Sexista, anunciaron en enero del 2017
que «el 54% de los anuncios de juegos y juguetes
aparecidos en catálogos y televisiones en estas
navidades de 2017 contienen un tratamiento se-
xista, lo que supone once puntos porcentuales
más que en 2016, año en el que la cifra ascendía
al 43,2%. En concreto han puesto el acento en la
televisión, por ser sin duda «un medio transmi-
sor de valores que juega un papel muy relevante
en la educación de las y los menores» pidiendo
el máximo compromiso mediático con la pro-
moción de la igualdad desde edades tempranas.
En esta línea va el pensamiento de la profesora