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Nº 7 Vol 7 · Primer semestre, enero-junio 2013 págs. 36 a 57
permercado tradicional. Por esta razón, no es de
extrañar que los supermercados ecológicos se
sitúen en los centros de las ciudades con mayo-
res niveles de renta per cápita. Las grandes su-
perficies de alimentación que operan en nuestro
país, como Carrefour, Eroski o Hipercor, tam-
bién apuestan por lo ecológico y, cada vez, ocu-
pan una mayor parte de su superficie para dar
cabida a los productos de alimentación ecológi-
ca. La carne bovina del Pirineo, los ibéricos de
Guijuelo, la ternera de Ávila o gallega, el cochi-
nillo de Segovia, las granjas con huevos de co-
rral, son algunos ejemplos de las más de tres mil
explotaciones ganaderas ecológicas que están re-
gistradas oficialmente en España. El sector viní-
cola y etnológico también se sube al carro de lo
ecológico y cada vez son más las bodegas que
producen caldos considerados como ecológicos.
Las denominaciones de origen: vinos de Madrid,
de Navarra y Penedés, gozan del vino ecológico
con más reconocimiento de toda Europa. No
cabe duda que estamos ante una nueva moda en
la alimentación a la que cada día se suman más
consumidores que tratan de encontrar produc-
tos que se asocien a los conceptos de lo natural y
que apuestan por la salud.
En otros sectores, tan diferentes como es el
del turismo, podemos apreciar la misma tenden-
cia. En este sentido, tanto las casas rurales como
los hoteles apuestan claramente por el medio
ambiente y el respeto a su entorno por convic-
ción, pero también como forma de diferenciarse,
de destacar entre una oferta cada día más exten-
sa. En la actualidad, son muchos los estableci-
mientos que se presentan a sus consumidores
con el sello ecológico avalado por la Fundación
Ecoagroturismo.
Este nuevo discurso ecológico, al que con fre-
cuencia también se ha venido denominado
como “discurso verde”, ha entrado de lleno en la
comunicación comercial, como hemos podido
apreciar en los ejemplos anteriores, pero tam-
bién, a un mismo tiempo, está siendo utilizado
por el mundo empresarial, poniendo en valor el
concepto de Responsabilidad Social Corporati-
va, con la finalidad de comunicar un nuevo tipo
de empresa mucho más abierta y participativa,
más sensible y concienciada con la problemática
social y medioambiental, una empresa que tras-
pasa las fronteras de una visión estrictamente
economicista y de mercado para convertirse en
un agente de desarrollo, una institución que será
portadora y transmisora de valores sociales, do-
tando de un valor añadido a sus prácticas em-
presariales y económicas.
Las empresas competitivas buscan, cada vez
en mayor medida, crear y desarrollar una marca
que acumule toda la información necesaria para
que el consumidor conozca el producto, su cali-
dad y la organización que hay detrás. De aquí
que los empresarios cuiden su marca corporati-
va, una marca que, además de cumplir su fun-
ción clásica de diferenciar el producto, adquiera
nuevas funciones tales como transmitir profesio-
nalidad, calidad, reputación, fama y prestigio,
tanto del producto como de la entidad que lo
fabrica, lo distribuye y lo comercializa, a la vez
que se muestra en consonancia con los valores
sociales establecidos: ecológicos, solidarios, de
convivencia, etcétera.
Esta filosofía de compromiso social se hace
paulatinamente más necesaria en el tejido em-
presarial y en los despachos profesionales pues,
los valores que se atribuyen a su marca, se confi-
guran de forma inexorable en sus señas de iden-
tidad. Son los canalizadores de múltiples senti-
mientos de públicos internos y externos como,
por ejemplo, el orgullo de pertenencia a la orga-