Entendemos la desigualdad como un concepto que abarca diferentes perspectivas de nuestra vida, principalmente la sociológica, económica y política (OEPCI, 2021). La desigualdad es una realidad que cada vez se agudiza y profundiza más, esta brecha se hizo vigente con la crisis del 2008 y ahora con factores como por ejemplo la pandemia global causada por la Covid-19. Como muchos otros problemas (medio ambiente, economía, educación) debería ser imperativa una colaboración que combinase los organismos públicos y los privados para disminuir esta desigualdad cada vez más polarizada.
El sector público en España tiene un fuerte peso en cuanto a instaurar políticas tanto sociales como económicas para paliar el atroz avance de la desigualdad. Las empresas, por otro lado, tienen una mayor capacidad de obtener recursos y transformarlos en productos sostenibles y asequibles para el implicado final, el consumidor. Por lo tanto, una colaboración Empresa-Estado seria lo idóneo. El fin último de la empresa es generar beneficio a partir de unos productos o servicios, entonces, el Estado es el que debe garantizar unas políticas rigurosas y transparentes de fiscalidad e igualdad que ayude a la empresa a cumplir los objetivos (ODS). Estos objetivos proponen aparte de aumentar la igualdad (España se sitúa el número 26 de 29 según el FEM en Europa, 2020), librar a España del 26% de pobreza relativa (EAPN, 2020).
Algunos ejemplos para frenar la desigualdad son la economía colaborativa y la economía circular. La economía colaborativa aparece en los países escandinavos como una forma de intercambio de bienes y servicios entre particulares. Ésta, depende en gran medida de los factores culturales de los países. La economía circular consiste en reducir, reutilizar, reparar y reciclar recursos y productos. Evita el despilfarro de los recursos naturales y se centra en el beneficio social y medioambiental. Es un sistema rentable que permite a las empresas una innovación y un desarrollo del tejido económico-social promoviendo puestos de trabajo.
Aunque en la sesión se desvió el tema del que hablar más de una vez hacia la desigualdad de género, quedaron claras las posturas que se han de adoptar para asentar las bases de un desarrollo hacia la igualdad. Las generaciones más jóvenes cada vez están más concienciadas y eliminan las barreras que condicionan una desigualdad marcada por el sexo, la raza, el nivel socio-económico, etc. Estas bases parten de un cambio en el modelo educativo y la eliminación de las barreras mencionadas que a día de hoy (aunque cada vez menos) existen. El desarrollo de un pensamiento crítico en la población haría de la educación un elevador social (pregunta planteada), y no se menospreciaría como ocurre hoy en día. Además, arrojaría un rayo de empatía a esta sociedad cada vez más individualista y apática.
Bibliografía:
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