¿Sobrevivimos o vivimos? La desigualdad en el mundo «moderno».

Con la aparición del Covid19 hemos visto como nuestros hábitos de vida, nuestra libertad y nuestro modo de actuar se ha visto condicionado al cumplimiento de ciertas medidas “de seguridad”, que en teoría nos deberían mantener a salvo, pero en realidad nos alejan, cada vez mas, de aquello que consideramos “antigua normalidad” y nos empujan a vivir de un modo, cuanto menos, diferente. 

No obstante, esta pandemia no solo nos ha llevado a plantearnos acciones de seguridad o de distanciamiento social, sino que ha aumentado la desigualdad entre individuos. 

Partimos de la base de que no vivimos en un mundo con igualdad de oportunidades, día a día nos enfrentamos a discriminaciones por razón de sexo, raza, económicas, religión, ideología y laborales. Estos problemas siguen enquistados en la sociedad y permanecen sin solución. Pero, ¿de verdad no existe una salida a la desigualdad? La píldora que puede curarla es, fundamentalmente, la educación.

Un proverbio chino reza lo siguiente: si quieres comer un mes, planta semillas, si quieres comer un año planta árboles, pero si quieres comer siempre, edúcate bien.

Si bien es cierto que la educación primaria es obligatoria, en el momento en el que el individuo cumple los 16 años puede decidir si sigue su formación académica y educativa. Es en este punto, donde un gran porcentaje de españoles deciden abandonar sus estudios y dedicarse al mundo laboral, probablemente sin haber consolidado ni haber adquirido los conocimientos básicos que proporcionan que el individuo pueda relacionarse y aportar a la sociedad un valor. 

Esta decisión viene vinculada por muchos factores, es decir, un individuo no decide abandonar su formación por que ha tenido un mal profesor o porque piensa que no sirve para ello, en muchas ocasiones subyace un problema mas serio y es el coste de oportunidad de esa formación. Muchas familias no pueden permitirse el hecho de que un individuo permanezca sin acceder al mundo laboral hasta terminar sus estudios superiores o no pueden hacerse cargo de su manutención hasta aproximadamente los 26 años, en el mejor de los casos. Ello nos lleva a plantearnos la siguiente cuestión; ¿Hay pobreza en España? Intermon establece que cerca de 10 millones de personas viven entre los 16 y 24 euros al día en España. Es por ello que el rostro de la desigualdad va por fases, la primera son las mujeres, la segunda es la infancia. 

La situación actual provocada por el Covid19 no favorece que el estado de bienestar pueda interceder y salvar la mayor parte de las desigualdades. Es mas, se han incrementado las diferencias y con ello la desigualdad entre individuos de un mismo estatus social. El hundimiento de la economía ha provocado la aparición de nuevas barreras sociales y el acceso a determinados puestos laborales o a la formación se ha visto reducida, desde el 2020. Ahora los individuos pensamos mas en “sobrevivir” que a “vivir” y esto es un problema. 

Haciendo referencia a “la desigualdad”, no podemos pasar por alto el hecho de que las mujeres siguen siendo las mayores afectadas por esta “enfermedad” social. Estudios revelan que el sector femenino tiene mas formación y mejores notas pero menos salario. La brecha salarial nos lleva a preguntarnos, ¿porqué se remunera diferente a la mujer respecto al hombre? Si bien es cierto que la mayoría de empresas han actualizado sus políticas salariales a lo largo de los años, con el fin de eliminar este hecho y aparentar inserción laboral e igualdad, nos deberíamos plantear si los accesos a puestos directivos son accesibles en el mismo modo tanto para hombres como para mujeres.

¿Realmente existe el techo de cristal? Evidentemente si, pero no va estrictamente vinculado a diferencias de oportunidades entre hombres y mujeres sino que volvemos al coste de oportunidad. Es decir, una mujer “paga” un alto precio por acceder a un puesto laboral superior y es debatirse entre la dicotomía de tener descendencia o renunciar a ella en favor de un éxito laboral. 

¿Estarías dispuesta/o a renunciar a tener hijos por tener un buen puesto de trabajo?

La respuesta es subjetiva y compleja. 

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