¿Lucha contra las desigualdades o “bienquedismo”? La delgada línea de la sociedad actual.

En una sociedad dominada por el marketing y la imagen pública los valores se han convertido en una herramienta más corrompida con el único objetivo de obtener beneficios. 

Afortunadamente, los nuevos tiempos han traído consigo movimientos sociales de cambio que rompen con numerosos estigmas arrastrados por la humanidad durante siglos. La lucha contra el racismo, la diferencia de género, la pobreza o la discriminación por orientación sexual ha arraigado entre las generaciones más jóvenes, augurando un futuro esperanzador donde las desigualdades formen parte del pasado. 

En este contexto, ¿se ha percatado el lector del gran número de empresas que han adaptado sus mensajes publicitarios con el objetivo de calar entre estas nuevas generaciones? Ejemplo de ello son los objetivos de desarrollo sostenible impulsados por las Naciones Unidas y sobre los cuales las empresas se comprometieron a colaborar, publicitando de manera continua modelos sostenibles, ecológicos y concienciados en reducir la pobreza y otras desigualdades sociales. Personalmente me pregunto, ¿dónde acaba la publicidad y comienzan los hechos? 

Admirable y necesario de destacar es el gran número de empresas que sí han adoptado una concienciación real y desarrollan sus modelos y estrategias con el objetivo de lograr un cambio. Sin más objetivo que reconocer sus modelos, mencionar a Siemens Gamesa, líder en energía eólica en España; Ferrovial, premiada por suministrar infraestructuras de agua y saneamiento en África y América Latina; o Banco Santander, ayudando al progreso social de comunidades afectadas por la desigualdad, obteniendo una puntuación de 86 sobre 100 en el Índice de Sostenibilidad Dow Jones.

Grandes referentes en cada uno de sus sectores, impulsando una nueva forma de entender a la empresa y sus objetivos. Y es que nadie cuestiona que el principal objetivo de una empresa sigue siendo obtener beneficio y mantener su rentabilidad con el paso del tiempo. Sin embargo, los nuevos movimientos sociales han aportado una importante responsabilidad a las empresas en esta lucha contra las desigualdades, donde todos debemos tomar parte. 

Analizando el lado opuesto, no son pocas las empresas que, aprovechando este auge de movimientos, han visto una jugosa oportunidad de negocio en publicitar una imagen de marca que dista mucho de la realidad de sus acciones. Ejemplo de ello lo podemos encontrar en numerosas empresas de alimentación, que venden un producto con imagen ecológica y saludable mientras esconden una auténtica bomba alimenticia en sus contenidos a letra pequeña, a la vez que deforestan selvas completas sin remordimiento alguno; empresas del sector tecnológico y textil, vendiendo una imagen de innovación y desarrollo social a la vez que subcontratan proveedores en países donde no se cumplen los derechos humanos de los trabajadores; empresas energéticas con marketing ecológico y a su vez los mayores índices en contaminación de la atmósfera; o empresas que simplemente publicitan una imagen de pluralidad y diversidad cuando su estructura no ha cambiado lo más mínimo. 

Todos estos casos, entre muchos otros, son ejemplo de como aprovechar las tendencias del momento sin aportar nada de valor en la lucha real a favor de los objetivos de las Naciones Unidas. Y al igual que debemos reconocer y publicitar los modelos de empresas que sí aportan a la sociedad, debemos también denunciar y apuntar hacia aquellas que, no realizadas con no adaptar sus modelos al cambio, se publicitan como si lo hiciesen. Y es que el marketing debe ir después de los hechos, y nunca al revés.

Concluyendo este artículo de opinión, las nuevas generaciones de profesionales en el mundo de la empresa nos hemos criado en valores de respeto, tolerancia y lucha por un mundo más sostenible y justo. En esta línea, la empresa del futuro, y de la cual todos nosotros seremos partícipes, deberá ser consciente y activa en sus responsabilidades por mejorar la sociedad. Numerosas empresas, además de las citadas, han comenzado ya a situar las primeras piedras que pavimentarán el modelo del futuro. 

Todavía queda mucho por hacer de la Agenda2030, a menos de 10 años de la fecha límite, el contador sigue restando: hay que comenzar a actuar.  

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