La educación al frente de la desigualdad

En la actualidad, la desigualdad social sigue siendo un factor habitual en una amplia magnitud de ámbitos, a pesar de su ligero avance progresivo desde hace varias décadas.

Como podemos observar en el siguiente gráfico, hasta 2012 España ha sido uno de los países en los que la desigualdad predominaba en comparación con la media de la Unión Europea.


Imagen 1: El aumento de la desigualdad (España)

La principal definición que realizamos para partir de cero sobre la desigualdad es aquella “condición o circunstancia de no tener una misma naturaleza, cantidad, valor, o forma que otro”, “o de diferenciarse de él en unos o varios aspectos”.

En los tiempos de la edad primitiva, este factor diferencial no se veía tan marcado, e incluso era prácticamente inexistente. El motivo de ello se debía a que el hombre tenía un rol específico y propio de su género como podría ser en muchos de los casos la práctica de la caza, y por otro lado la mujer se centraba en otras tareas destacando el cuidado de los hijos y el sector doméstico.

Con el paso de los años, esta división de labores ha ido perdiéndose gradualmente, y a pesar de que los hombres seguían involucrándose mayoritariamente en sus tareas habituales, fue la mujer quien trataba de ocupar cierta cuota de mercado en algunos ámbitos nuevos.

Esta voluntad por parte de la mujer hacia la introducción laboriosa en estos nuevos nichos de trabajo ha tenido una gran dificultad debido a la abundancia de barreras de entrada impuestas principalmente por la sociedad a lo largo de los años. Y siendo en muchas ocasiones el motivo más forzoso hacia este impedimento los prejuicios habidos acerca del género femenino a la hora de hacer frente a algunas actividades laborales.

No obstante, cabe destacar que hoy en día ya podemos reconocer diversos puestos de trabajo liderados por mujeres, desde presidentas hasta representantes de países, o importantes consejeras de grandes empresas.


Imagen 2: Evolución en el puesto de consejeras (IBEX35)

Sin embargo, como podemos apreciar, este último factor mencionado (prejuicios) ha ido corrigiéndose con el paso del tiempo, pero no ha llegado a verse una igualdad firme en la sociedad.

Pero, a pesar de habernos querido enfocar en este tipo de desigualdad debido a la fecha de hoy (8 de marzo: día internacional de la mujer) no solamente debemos centrarnos en esta variante, tenemos una amplitud de desequilibrios equitativos los cuales son necesarios de erradicar para posibilitar una adecuada evolución social. Algunos modos de diferenciaciones sociales de oportunidades serían también: el económico, el cultural, el educativo, el social, o el de género como hemos mencionado anteriormente.

Si bien las consecuencias que ello ha acarreado son cada vez más diagnosticadas y comunicadas, debemos poner especial énfasis al modo de enfrentar estos sucesos y eliminarlos.

Primordialmente, existe un componente imprescindible para la concienciación de la sociedad sobre ello, la educación. Este factor es la base primordial que aplicándola a cualquier sector posibilita el avance y desarrollo de los grupos más desfavorecidos.

Al mismo tiempo debemos establecer una iniciativa temprana hacia la inversión en cooperación y desarrollo, con el objetivo de guiar a los países con mayor desarrollo hacia la creación de proyectos de ayuda, como el destino de los recursos necesarios en los lugares más necesitados (desde comida o agua hasta la construcción de escuelas o inversión en profesorado para que impartan modos de vida igualitaria).

Por otra parte, sería muy recomendable asegurar una garantía notable en aquellos grupos de protección de civiles en las emergencias humanitarias, o la creación y diseño de sistemas fiscales más justos, contribuyendo de esta forma a implementar la iniciativa si es posible desde los grupos que más influencia tienen en la sociedad, como pudiera ser el Gobierno en dicho caso. Así mismo, en sectores donde la práctica de este avance sea notoria se podrán otorgar certificados de desempeño (social, ambiental…) que acreditan los beneficios que están desarrollando las compañías.

A su vez, si queremos superar con creces está desigualdad presencial, se debe gestionar desde los inicios de la educación hacia el futuro, por lo que tanto las familias como los colegios, y otros sectores que influencien a los jóvenes (posibles campañas de marketing) desde edades tempranas sean los pioneros en la propulsión de esta erradicación absoluta y necesaria.

De este modo, conseguiremos que seamos los propios consumidores, clientes, empleados, colaboradores, … quienes siendo los más oportunistas en dicha labor prioricemos la igualdad totalitaria en la población aportando valor en todas las facetas mencionadas, así como otras de gran importancia como la contribución equitativa al cuidado del medio ambiente, o las reducciones de las brechas salariales presentes en la actualidad.

Bibliografía

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