Hacia un nuevo mercado laboral (tecnológicamente) incierto

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La necesidad de adaptar el trabajo a un futuro incierto se ha vuelto todavía más urgente con la llegada de la pandemia de Covid-19, que ha acelerado la llegada y evolución de la tecnología en el mercado laboral. Esta necesidad de cambio, que no se esperaba ver en años, es debida a la disrupción de la actividad económica y la digitalización.

La tecnología va a ser uno de los factores más importantes dentro de este nuevo mercado laboral. Las crisis siempre han sido un punto de inflexión para el cambio social a nivel estructural, por ello la siguiente década parece tener un rol importante en cómo será la educación y el trabajo en el siglo XXI, donde parece ser que cobrará importancia la inteligencia artificial y la automatización, que pueden volver trabajos actuales en obsoletos. Según José María Peiró, el 60% de los niños escolarizados actualmente trabajarán en profesiones que aún no existen. Los robots ya están sustituyendo a los trabajadores de sus puestos de trabajo y la evolución de la inteligencia artificial está cambiando otros. Por ello, está apareciendo la necesidad del aprendizaje continuo en el mercado laboral, que requiere, si es posible, anticiparse a las a nuevas demandas.

La disrupción económica debido a la pandemia exige una adaptación acelerada del mercado laboral

Vivir en un mundo totalmente conectado, no obstante, plantea dilemas éticos que son imprescindibles abordar desde el principio. Es por esto que han aparecido iniciativas como Reskilling Revolution. Reskilling Revolution, presentada en el World Economic Forum (WEF) (2020), es una plataforma diseñada para preparar a las personas con las capacidades necesarias para crear carreras “future-proof”, es decir, que eviten la sustitución por la nueva tecnología y que puedan adaptarse a los cambios de esta nueva revolución tecnológica. En paralelo a la recapacitación profesional, también se ha puesto el foco en la calidad del empleo y en la lucha contra la explotación laboral todavía presente en algunos lugares del mundo y que afecta principalmente a mujeres y niños.

Dentro del sector privado, ya se está actuando para transformar el entorno laboral a través de colaboraciones tanto en la misma industria como de forma transversal, que incluye empresas, sindicatos y centros educativos. Sus objetivos son la transición de puestos y mantener a su plantilla en un ciclo de educación continua.

Las políticas públicas, los líderes empresariales y las personas en general deben centrarse en dos frentes. El primero consiste en mantener y ampliar los beneficios obtenidos a raíz del crecimiento (…). El segundo trata de abordar los desafíos a los que se enfrentarán las personas y trabajadores, especialmente los que se vean más afectados por esta transición. Creemos que el sector privado, no el Estado, tendrá que ser el impulsor de este cambio educativo a través de la inversión en innovación

Woetzel, 2020
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