El capitalismo cambia, la empresa también

El rol de la empresa en el capitalismo cambiante.

A lo largo de los siglos que lleva el capitalismo como modelo económico-social ha ido cambiando conforme cambiaba la sociedad, la política y el consumidor. Pasa de un capitalismo mercantil, al industrial del siglo XIX y finalmente al financiero. ¿Continuamos inmersos en el capitalismo financiero?

La respuesta parece clara, sí. Ahora bien, es necesario matizar. No nos encontramos en el puro capitalismo financiero del pasado siglo. El sistema está cambiando y ese cambio podría denominarse capitalismo social. Un sistema mas concienciado con los retos medioambientales, sociales y tecnológicos. Retos más acordes a la época en la que vivimos. Sufrimos lo que denominan la cuarta ola de la revolución industrial, aunque realmente es tecnológica, y es sistema esta cambiando a estas nuevas exigencias.

Hablamos de un modelo económico-social por lo tanto que cada vez vela más por lo social que por lo económico. El capitalismo a lo largo de los siglos no cabe duda qué ha acompañado en el progreso a la humanidad rebajando el nivel de pobreza en los territorios en los que se ha implantado.

Sin embargo, también ha ocasionado o generado grandes desigualdades sobre todo económicos. Estas desigualdades económicas desembocan normalmente en crisis de valores y eventualmente en desigualdades sociales. Tanto unas como otras producen un impacto negativo en país. No solo provoca una dependencia de los más desfavorecidos del Estado (gente sin ingresos, irregulares, personas sin recursos), si no que, si estas desigualdades no son subsanadas a tiempo, la sociedad termina polarizándose al extremo y creando un clima de crispación y malestar el cual se ve reflejado en la inestabilidad política y económica. Todo ello, agravado por la situación de crisis actual debida a la Covid-19.

Por lo tanto, el capitalismo a día de hoy evoluciona hacia un sistema que tenga más en consideración a las personas desfavorecidas.

El reto medioambiental es una visión, mentalidad y consciencia novel. Apenas hace 40 años que empezó este “cargo de conciencia” medioambiental. Los jóvenes (los millenials tardíos y generación Z) están fuertemente concienciados con este problema. Por ello no es de extrañar que los inversores busquen cada vez más proyectos con inversiones responsables en empresas respetuosas con el medio ambiente y socialmente responsables. Se empieza a vislumbrar el horizonte en el cual la empresa sacrifica un pequeño porcentaje de su rentabilidad económico-financiera para que su coste social no se vea exacerbado por sus decisiones de inversión. Ya, aunque solo sea por marketing o por imagen de marca, existen proyectos que no se llevan a cabo si tienen un riesgo medio-alto de no ser aceptado socialmente.

Los últimos puntos que hemos tratado en la sesión son el consumidor consciente y la necesidad de unas fuertes regulaciones de mercado en búsqueda de inversiones y proyectos sostenibles.

La adaptación de las empresas a las necesidades de los consumidores ha sido y será un factor diferencial a la hora de la evolución económica de las mismas. Hoy día, el consumidor ya no es el de hace 10 años. La conciencia social y medioambiental embriaga sus sentidos y pensamientos. Por lo que pretende buscar una autorrealización con sus compras y se preocupa porque no solo el producto cumpla sus expectativas, sino que investiga si los procesos para llegar al producto final y sus políticas de sostenibilidad son respetuosos con el medio ambiente y se cumplen.

Para terminar, se habló de la necesidad de regular estrictamente las entidades empresariales y clarificar sus procesos y procedimientos a la hora de la fabricación de un producto. Dichas regulaciones legales ya existen en la actualidad, pero son laxas e inefectivas. Las administraciones públicas deben acondicionar las exigencias del consumidor en forma de leyes que amparen sus nuevos valores. Normalmente dichas regulaciones llevan tiempo y entorpecen el ejercicio empresarial al principio de su aplicación, sin embargo, deben imponerlas para que todas las empresas se comprometan realmente y se vean resultados significativos en pos de salvaguardar los valores de la sociedad y el medioambiente.

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