Hacemos oídos sordos y nos polarizamos.

“La polarización ideológica y territorial es entre dos y tres veces mayor que la polarización entorno a los impuestos y la inmigración y unas seis veces mayor que la polarización entorno a la sanidad publica y unas quince veces mayor que la inexistente polarización entorno a los servicios públicos” (Dobetter by Esade, 2020).

Con la afirmación anterior podemos ver como, la polarización nos aleja de la realidad, no permitiendo analizar las acciones y políticas implementadas por parte de los legisladores ni la clase política con perspectiva.

La polarización tiene un origen no siempre vinculado a cuestiones ideológicas sino a cuestiones identitarias y emocionales. Creo firmemente que la polarización es la respuesta a una mala gestión del político de turno, una búsqueda constante de algo mejor, la esperanza de encontrar en aquel partido político algo por lo que luchar y sentirse identificado. El problema es que esta furiosa búsqueda provoca la necesidad de identificación y nubla el jucio que permite analizar las acciones de los políticos por los que sientes predilección o aquellos políticos que “nacieron para salvar el mundo” y en realidad no es así.

Dicho lo cual, la polarización podría ser el resultado de poner el foco en aquellos que votan distinto a nosotros y “castigamos” socialmente con nuestra indiferencia o reproche a aquellos que no opinan de manera semejante. Esto es similar a lo que hacen los avestruces cuando se sienten atacados, meten la cabeza debajo de la tierra para no ver al enemigo acercarse.

Estas actuaciones son los contrario a lo que promueve la educación, muchas veces, en el lado opuesto, encontramos capacidades análisis y síntesis interesantes, con la polarización dormimos esta capacidad.

En españa ya hemos visto como, el auge de nuevos partidos políticos de extremos, toma protagonismo en las noticias del día a día y con ello se incrementa el odio. Parte de la culpa de esta tendencia en auge la pueden tener los medios de comunicación.

Este debate, es cuanto menos, cuestionable y sujeto a distintas perspectivas, evidentemente los medios de comunicación realizan una labor loable, analizando, proyectando y divulgando hechos y opiniones políticas, no obstante, esto tiene un arma de doble filo, pues emitir noticias políticas sin argumentar adecuadamente el contexto es un problema para los críticos mas jóvenes, que deciden seguir opiniones sin informarse de otras fuentes. Y ello se traduce en polarización. ¿No nos gusta lo que dice Ana Rosa Quintana?, vamos a lapidarla en Twitter. ¿Antonio Maestre dice alguna “locura” calificada por el votante de derecha? también lo lapidamos en Twitter.

En resumen, la polarización aleja posturas, marca tendencias sociales poco sanas y hace oídos sordos a la realidad, buscando ver siempre aquello que queremos escuchar.

Deja un comentario