La globalización es un hecho, pero… ¿la colaboración global?

Que vivimos en un entorno cambiante, disruptivo, con nuevos paradigmas introducidos a través de la cuarta revolución tecnológica que ha permitido trascender fronteras, conectar personas de todas partes del mundo con múltiples fines, escalar negocios locales a magnitudes internacionales así como también derribar negocios tradicionales (taxi, hotel, consumo en tiendas físicas) con solo un clic, a través las conocidas plataformas digitales que brindan servicios de interconexión entre usuarios y proveedores sin la necesidad de inversión en infraestructuras es algo que conocemos, vivimos, experimentamos, desafiamos y hasta nos cuestionamos muchas veces sobre su existencia, beneficios, perjuicios y consecuencias.

                        Pero este dinamismo del entorno, la necesaria e imperante globalización e internacionalización de las empresas no tiene connotación negativa o positiva per se, sino que dependerá de la circunstancia, cultura, estructura y talento con el que se cuente si significa una magnífica oportunidad o una terrible amenaza al modelo de negocio estratégico diseñado por cada compañía.

¿Cómo hacer para transformar el intercambio cultural en valor agregado para las organizaciones?

                        Debemos partir por entender cuáles son los desafíos de realizar negocios internacionales y tener compañías multiculturales para luego pasar a desarrollar las posibles soluciones.

                        Los problemas que surgen cuando se trabaja entre culturas son los malentendidos basados en las diferencias de actuación dependiendo de cada cultura, la falta de confianza mutua, las barreras del idioma cuando colaboran nacionalidades muy dispares, la distancia física para conocerse, encontrar puntos en común y fomentar así la confianza, coordinarse y alinearse para trabajar en equipo debido a diferencias horarias, enfoques distintos al momento de negociar, comunicarse o enfrentarse con una tarea u objetivo a cumplir.

                        Sin embargo, todas estas dificultades se minimizan, desdibujan o eliminan si se cuenta con un buen liderazgo que tenga herramientas, conocimientos y habilidades para dirigir grupos multiculturales, así como también contar con una compañía que apoye a través de sus políticas, códigos de ética/conducta, cultura organizacional, valores, principios, estructura y talento a la colaboración global como forma de aprovechar y crear nuevas oportunidades.

                        Se debe entender que es la cultura, sus implicancias, poder identificarla y decodificarla para poder así luego adaptarse. La cultura se define como “un sistema compartido de significado, ideas y pensamientos que guía las percepciones y la comprensión del mundo de un grupo y que da forma al comportamiento de los miembros del grupo” (Menthor, s.f.), pero… ¿cómo identificamos/decodificamos dichos comportamientos cuando interactuamos con personas de diferentes nacionalidades?, hay comportamientos que son más visibles como el acento, trato, contacto visual, vestimenta, pero la mayoría de las manifestaciones para predecir las conductas y con ello poder congeniar son elementos más imperceptibles, que derivan de valores, convicciones, actitudes y filosofías como lo son como el equilibrio entre la vida personal y el trabajo, los distintos roles en la sociedad, creencias de comportamientos de hombres y mujeres y preferencias de interacción entre líderes y seguidores. Lograr identificar por tanto la cultura no es tarea sencilla, demanda prestar atención con todos los sentidos, estar abiertos y capacitados para percibir los patrones de conducta que nos den información sobre cómo entablar vínculos, determinar las formas de interacción adecuadas para manejar con éxito situaciones desconocidas y colaborar de manera más efectiva entre personas de distintos países, lo que constituye una capacidad denominada inteligencia cultural.

                        Continuemos derribando barreras… ¿cómo cultivamos la confianza en entornos globales?, sabemos que la confianza permite realizar negocios con más eficacia, superar discrepancias o malentendidos generados tanto por el idioma como por la distancia física y fomentar así un clima laboral próspero, de unión, que promueva la búsqueda de objetivos comunes, la diversidad de opiniones y con ello el aporte de creatividad y productividad para la toma de decisiones. También sabemos que la confianza aumenta cuando tenemos conocimiento directo de las personas, experiencias previas positivas, por lo que resulta más complejo desarrollarla a distancia. Sin embargo, existen formas de cultivarla; se deben encontrar los rasgos comunes en las relaciones comerciales y personales, dedicar el tiempo necesario para intercambiar opiniones o experiencias sobre temas diferentes a negocios, informarse de intereses, costumbres o características de nuestros colegas para demostrar entendimiento cultural, realizar reuniones regularmente para dar a conocer los conocimientos, capacidades, roles y responsabilidades de cada uno, establecer objetivos comunes, proporcionar retroalimentación continua, aportar documentación online creada por todos los integrantes para agregar y/o consultar avances en los proyectos, etc.

                        Respecto a la barrera del idioma, es responsabilidad de los colaboradores tener inquietud, curiosidad e iniciativa para aprender, capacitarse y poner en práctica diversas lenguas, así como también es el líder quien debe proporcionar formación, intercambios culturales, fomentar una cultura organizacional que propicie la comunicación inclusiva que sea próspera independientemente del nivel de fluidez del idioma, buscando que todos los participantes puedan dar su opinión.

                        Concluyendo, alcanzar los objetivos organizacionales de forma más eficiente, creativa, con diversidad de opiniones, culturas y enfoques que creen valor agregado para la compañía es el fin último de la colaboración global. Para ello, lo que se necesita es alineación, coordinación y una correcta gestión del talento en la organización, un propósito definido, conocido y entendido por todos los colaboradores, la misión y visión de la compañía esclarecida, con roles y responsabilidades concretos, metas claras que marquen el rumbo de las actividades en todas las áreas, con indicadores/métricas que permitan determinar productividad y avance de equipos o individuos de forma objetiva para evitar brechas entre nacionalidades, fomentando así una identidad compartida que conduzca al verdadero éxito empresarial.

Bibliografía:

  • Menthor, H., s.f. Global Collaboration. s.l.:s.n.

Deja un comentario