Las crisis generan oportunidades y revelan nuestra vulnerabilidad (y no pasa nada)

Hacer de los problemas una oportunidad. Esta es una de las cosas que he podido aprender durante mi desarrollo profesional en los últimos años. Las personas no podemos elegir la magnitud de los contratiempos que nos encontramos, o cuándo y como suceden. ¿Se imaginan? “Hoy es festivo y no me vienen bien que los servidores de la empresa se caigan. ¡Dejémoslo para el lunes, cuando el equipo informático esté en la oficina!”. Menudo privilegio sería ese. Pero lo cierto es que, por una razón o la otra, los inconvenientes surgen cuando menos los esperas. Algo que sí podemos elegir es la forma en la que los enfrentamos y, sobre todo, lo que podemos aprender de ellos.

Durante la detonación de una crisis todo sucede muy rápido y nuestra parte humana más visceral tiende a responder de forma instintiva. La parte de nuestro cerebro que sopesa y trata de manera racional el pensamiento se apaga. Nuestro instinto puede jugarnos a veces malas pasadas. En el punto medio está la virtud. Es por eso que, manejar bien una situación de crisis pasa por pararnos a reflexionar sobre las posibles respuestas de manera lógica, a pesar del estrés ocasionado por la situación.

En cualquier caso, resulta esencial actuar con premura frente a las disyuntivas, incluso aunque nos equivoquemos. A veces, las corazonadas se vuelven verdades absolutas.

Irremediablemente, pienso en marzo de 2020, cuando eché en falta que algunos dirigentes políticos dieran un paso al frente para suspender todos aquellos eventos que contasen con masificaciones de personas. Incluidas las manifestaciones. Y es que aquel 8 de marzo de 2020 debimos quedarnos en casa. Pese a quién le pese. Actuar frente a la incertidumbre (y no tanta, viendo las barbas de nuestros vecinos chinos remojar) quizá hubiera supuesto una disminución en el número de casos por COVID-19 o quizá hubiera elevado a la categoría de héroe a más de una cara conocida.

De todos modos, y aunque hoy tengamos pocos héroes con los que contar, evaluar la situación de crisis, conseguir información y trazar un plan son tres cosas fundamentales sobre las que deberíamos trabajar. Del mismo modo, debemos entender que lo planes pueden estar sujetos a cambios, habremos de ser flexibles en pivotar una solución a otra sin que esto nos suponga una frustración o mucho menos, una rotura de amor propio. Aquí no hay vencedores ni vencidos y si una empresa, grupo político o país sale de una situación de crisis el triunfo será de todos.

Otra de las cosas a tener en cuenta ante la resolución de problemas es la comunicación. Resulta prioritario comunicar los porqués de las decisiones que se toman, por muy difíciles que sean. Esto ayudará a los demás a comprender el objetivo final, disipará las dudas y mantendrá el foco y los ánimos muy vivos. El discurso debe ser asertivo y sincero. Incluso aceptando que como humanos que somos, no tenemos respuesta para todas las preguntas. Esto debió aplicárselo más de un epidemiólogo televisivo, que parecía tener una bola de cristal en casa.

Sin embargo, en medio de toda esta tormenta de noticias lúgubre y malas cifras, saber gestionar estos momentos también incluye ser el portador de buenas noticias. Aun no habiendo salido de los problemas, compartir los pequeños logros y valorarlos dotará a las personas de positividad. Verán la luz al final del túnel y sentirán esa pertenencia de un todo que tan irremediablemente felices nos hace a los seres humanos.

Nadie está completamente solo, sentir apoyo nos alivia y nos da fuerza. Por eso, los buenos líderes tratan de ser comprensivos con su equipo, los escuchan. Establecer rutinas para transformar las sensaciones de soledad del grupo, podrá suponer la diferencia sustancial entre salir de una crisis reforzados o destruidos. Disfrutar de tiempo de ocio, meditar o simplemente charlar con otros, puede generarnos nuevas ideas o formas de ver distintas.

En conclusión, el estudio de esta disciplina tanto en el entorno empresarial como fuera de él, denota que las personas somos vulnerables y las catástrofes suceden, queramos o no. No obstante, dependerá de nosotros la forma en la que nos enfrentamos a las crisis y lo más importante, cómo salimos de ellas.

Deja un comentario