La COVID19 y la desigualdad social

“45 millones de personas se sumarán a las 230 millones que ya se encuentran en estado de pobreza”, es en lo que principalmente Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, enfatizó durante la apertura de la mesa de diálogo celebrada en 2020. Y es que, la desigualdad social extrema es un hecho que lleva siglos existiendo, y al que se le ha unido un fenómeno a nivel mundial conocido como la COVID19. Así, el resultado de este cóctel es sin ninguna duda de impacto negativo (UNESCO, 2020).

Según un estudio publicado por Intermon Oxfam, mientras que los diez hombres más ricos del planeta han llegado a duplicar su fortuna, el 99% de los ingresos de la población han disminuido debido a la pandemia (RTVE, 2022). No solo esto, sino que como se comentó en la sesión online de On the Edge, nos encontramos con distintas desigualdades latentes: la educación, la sanidad y la brecha de género. Y para no variar, este fenómeno ha acabado afectando más a una minoría en concreto: a la de las mujeres, y es que esto ha hecho que ellas hayan perdido más de 800.000 mil millones de dólares en ingresos en 2020.

Con respecto a las desigualdades de la educación y la sanidad, no cabe duda que son dos retos que tenemos que afrontar tanto a nivel global como a nivel nacional. Del primero es importante mencionar que no es solo un problema de índole económica, sino que se basa también en una brecha cultural, de capacidades y de habilidades de enseñanza. Y, con respecto a lo relacionado con la sanidad, a pesar de que existe (en España) por parte del Gobierno una propuesta de Políticas e Intervenciones para reducir las desigualdades Sociales en salud en España, nos encontramos aún con datos poco esperanzadores como son que cuatro de cada diez personas pobres consideran que su salud es regular, mala o muy mala.

Sin duda y como pequeña reflexión, aunque nosotros tenemos cierto poder de cambiar pequeñas cosas que pueden contribuir a mejorar esta desigualdad, como por ejemplo, realizar las pequeñas acciones que se recomiendan en la agenda 2030 con respecto al ODS número 10, considero que el mayor cambio depende principalmente de las personas de arriba. Luchar por una mayor inversión tanto en sanidad pública como en educación pública es de vital importancia para empezar el cambio y poder revertir los datos mencionados anteriormente. Del mismo modo, creo que una de las soluciones clave está en la educación, ya que tiene el poder de liberar mentes y de hacernos pensar. Como todos sabemos: “La educación es el arma más poderosa que existe”.

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