La inercia del capitalismo

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Que el capitalismo se encuentra en fase de mutación es algo compartido y conocido por la sociedad actual. El colapso ecológico y unas perspectivas de crecimiento económico atenuado forman parte de las causas de su evolución.

Pese a la falta de acuerdo en cuanto al nombre que debería tomar, es obvio que el sistema económico actual presenta fallos. A través del concepto de capitalismo de principios de siglo se pretendía la prosperidad pero, en lugar de ello, en muchos casos ha traído salarios más bajos, más trabajadores en situación de pobreza, crisis bancarias y desigualdad en la sociedad, todo ello acrecentado por una emergencia climática que cada vez esta más presente en la mente de las personas de todo el mundo.

Lo cierto es que la sociedad reclama una economía de características cada vez mas inclusivas, menos dañina para el planeta y menos explotadora a nivel de personas. El reparto de la riqueza parece ser el principal problema: el desequilibrio que ha conllevado el concepto actual de capitalismo ha creado grupos más grandes de personas en riesgo de exclusión social. Es decir, más desigualdad a nivel económico, social y cultural y, por tanto, más pobreza.

En esta misma línea, me parece interesante señalar que, a pesar de que la desigualdad es un problema real y extendido a nivel mundial, lo que más se investiga es la pobreza. Esto se produce porque, desde el punto de vista liberal, la desigualdad de renta podría ser aceptable si se da la existencia de igualdad de oportunidades, aunque esto en la vida real es, valga la redundancia, poco realista.

De hecho, los datos apuntan que el 1% más rico del mundo percibe un volumen de renta equivalente al 57% más pobre. Sin embargo, si tenemos en cuenta que 1) la renta se refiere al flujo económico, que solo se acumula cuando se ahorra, mientras que la riqueza se refiere al stock, pudiendo acumularse directamente, y 2) que los más pobres ahorran menos puesto que no suelen beneficiarse de rentas que permitan la acumulación suficiente para ello, parece obvio suponer que, sea renta o sea riqueza lo que se investigue, ambas se ven disminuidas cada vez más en un número mayor de personas.

Frente a esta situación global de desigualdad que, además se ha visto acrecentada por la situación de pandemia debido a la COVID-19, la actuación debe ser a la mayor brevedad posible. De hecho, según el IV informe anual del Observatorio Empresarial para el Crecimiento Inclusivo, la desigualdad es un problema que se sitúa junto al cambio climático como uno de los grandes desafíos para la humanidad, habiendo surgido nuevos indicadores que representan la pobreza o desigualdad.

En este sentido, está claro que el esfuerzo debe realizarse de forma conjunta a través de las empresas, instituciones y la sociedad en sí misma.  Las organizaciones empresariales, líderes en nuestro mundo actual e híper conectado, son un elemento clave en este cambio, y deben aportar en el crecimiento que tantas personas necesitan para poder prosperar de una manera amplia y compartida.

Cuando hablamos de prosperidad compartida a muchas personas se les encienden las alarmas. Sin embargo, no se trata de renunciar al beneficio económico y al éxito empresarial, si de una manera distinta de medir el beneficio y comprender el éxito.

Hace poco, vi una ecuación que refleja muy bien la situación a la que deben llegar las empresas de manera interna: Valor Compartido = Valor Social + Valor Económico. Es decir, es posible contribuir a la sociedad a través de las actividades propias de las empresas generando impacto y mejorando la vida de las personas que se encuentran en riesgo de exclusión o vulnerabilidad.

Frente a ello, el consumo consciente es un término que cada vez está más interiorizado en la población. Qué menos que las personas estén informadas sobre de dónde procede lo que consumen, como ha sido su proceso de fabricación y qué impacto tiene su uso en la sociedad y el planeta. A la par, las empresas también deben responder a las demandas reales con capacidades reales.

En resumidas cuentas, el kit de la cuestión es el crecimiento inclusivo, tal y como defienden los expertos. Es una nueva forma de entender el propósito empresarial y que, hoy en día, hace tanta falta a muchas personas en nuestro mundo. Y aunque supone un gran reto para las empresas, también representa una gran oportunidad que va mucho más allá de la filantropía y la mera acción social.

Bibliografía

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Europa Press (2020). El papel de las empresas para erradicar la desigualdad generada por la pandemia, ep social. Disponible en: https://www.google.es/amp/s/amp.europapress.es/epsocial/responsables/noticia-papel-empresas-erradicar-desigualdad-generada-pandemia-20210220110241.html (Acceso: 10 de marzo de 2021).

Fernández, G. (2017). ¿Hacia dónde va el capitalismo del siglo XXI?. El Salto Diario. Disponible en: https://www.elsaltodiario.com/una-de-las-nuestras/hacia-donde-va-el-capitalismo-del-siglo-xxi (Acceso: 9 de marzo de 2021).

García Vega, M. A. (2019). Las grietas del capitalismo obligan a su reinvención. El País. Disponible en: https://elpais.com/economia/2019/10/18/actualidad/1571397259_309335.html (Acceso: 9 de marzo de 2021).

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