Decisión o muerte por confusión

Todos los días tomamos una ingente cantidad de decisiones. Prácticamente el 100% de estas decisiones las tomamos de manera inconsciente, son automáticas. Pues bien, lo que queremos es justamente evitar dicha automatización y poder ser dueños conscientes de nuestros actos extrapolando la toma de decisiones al mundo empresarial.

La toma de decisiones en el mundo de los negocios no siempre es el proceso cognitivo que uno desea. La impaciencia e inmediatez de la sociedad son conceptos que eclipsan el proceso necesario para la resolución de problemas. Las decisiones tienen un impacto directo en los distintos ámbitos de la empresa, que van desde el personal, pasando por los grupos de interés hasta el ámbito económico e incluso medioambiental.

Es necesario entonces, realizar una análisis previo de la situación en el cual la rigurosidad, la objetividad y los conocimientos sean la batuta de la orquesta a la que llamamos decidir.

Para la toma de decisiones existen numerosas metodologías. Dichas metodologías responden a las diferentes cuestiones y los diferentes tipos de liderazgo que se pueden dar en la situación en la que hay que tomar la decisión.

Generalmente, el buen líder se caracteriza por la escucha activa y hacer participar a todo su grupo para la resolución de un conflicto mediante una decisión. Ahora bien, es el líder el que posee la responsabilidad última de la decisión tomada.

Para seleccionar la metodología apropiada es necesario tener en cuenta factores previos y gestionarlos manera consciente y rápida. Como por ejemplo: la importancia de la decisión, que miembros han de estar de acuerdo y de cuanto tiempo se dispone.

Una vez resueltos estos factores, podemos mencionar distintas metodologías de toma de decisión: RAPID; modelo racional; modelo de decisiones estratégicas, modelo simplificado de realidad; etc. En todas ellas encontramos los dos elementos estrechamente relacionados (los mencionados anteriormente: líder y grupo) y un tercer elemento emergente indispensable a tener en cuenta antes de la toma de decisión: el riesgo.

Toda decisión conlleva un riesgo. El riesgo es simplemente la posibilidad de un contratiempo relacionado con tu decisión o estrategia. Este «riesgo» percibido es el causante de la confusión, incertidumbre y fracaso de las decisiones. El buen caudillo, es aquel que minimiza el riesgo y toma la decisión asumiendo una férrea determinación.

Entonces, si quieres ser la cabeza del león y no la cola, tu objetivo es la decisión, o muere por confusión.

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