¿ESTAMOS EVOLUCIONANDO HACIA UN NUEVO CAPITALISMO?

El concepto de capitalismo surge en la Edad Media como respuesta a la necesidad de transaccionar, posteriormente, tras la revolución industrial, evoluciona al conocido como capitalismo industrial, y más adelante, tras la primera guerra mundial, se adapta y aparece el conocido como capitalismo financiero. Tras esta última adaptación y después de más de un siglo, surge el concepto de un nuevo capitalismo al que se le apoda como capitalismo social y en el que el sector privado invierte directamente en bienestar social.

Ante este nuevo concepto, surge la pregunta sobre si realmente estamos evolucionando hacia un nuevo capitalismo.

Es evidente que, en la actualidad, las necesidades del nuevo consumidor son diferentes. Nos encontramos ante una sociedad mucho más informada, hiperconectada y consciente de cualquier tipo de problemática tanto social, como ambiental. Este cambio, unido a la crisis ambiental en la que nos encontramos, como a la crisis social, acrecentada por la pandemia, en la que existen problemas como la exclusión o las desigualdades, han hecho que grandes organismos hayan desarrollado una lista de objetivos de desarrollo sostenible para el 2030. 

Objetivos de Desarrollo Sostenible. Fuente: Naciones Unidas

Para cumplir y avanzar en esta materia es necesario el compromiso y la adaptación del sector privado, ya que son en muchas ocasiones los que cuentan con las infraestructuras y los medios para desarrollar prácticas de desarrollo sostenible o apoyar causas sociales. En la actualidad, podemos ver como esto ya se está poniendo en práctica, en muchas ocasiones porque resulta una obligación y en otras porque se concibe como una ventaja competitiva o factor diferencial. Ejemplo de esto son empresas como Iberdrola, quien se ha comprometido a reducir sus emisiones de CO2 entre otras medidas, o índices de sostenibilidad como el Down Jones Sustainability Index (DJSI), que sirve de guía para inversionistas interesados en este tipo de prácticas y aportan valor a la empresa.

Sin embargo, que esto ocurra es en gran parte culpa de un consumidor que, como ya hemos comentado anteriormente, es cada vez más consciente y se ha formado en valores de sostenibilidad. Por esto mismo, el mercado está buscando dar solución a estas nuevas necesidades y además dirigirse hacia un público más joven, que se estima que para 2025 serán ¾ partes de la fuerza laboral mundial. Esta generación es 2 veces más proclive a invertir en mercados más socialmente comprometido y, además, tienen una predisposición clara a validar todo el proceso de la cadena de valor de los productos que consumen y a realizar un esfuerzo económico si es necesario a la hora de la compra.

Esta última reflexión es muy importante ya que, sin esta predisposición, difícilmente podríamos observar una adaptación por parte del sector privado, cuyo fin, como no puede ser otro, es el de obtener beneficios. A pesar de esto, el impacto en la cuenta de resultados es muy difícil de medir en la actualidad, y esto hace que sea necesario un cambio del paradigma actual y que estas adaptaciones realizadas en prácticas sostenibles no sean consideradas como un gasto, si no como una inversión de la que se espera obtener rédito a largo plazo. Además, será necesario que estas empresas se formen y hagan visibles sus esfuerzos con el fin de ganar legitimidad y descentrar la crítica, ya que mientras las propuestas de estas sean coherentes y no se cometan errores, reportarán sus resultados a largo plazo.

Por último, considero que esta nueva modalidad de capitalismo aún está asentando sus bases y es responsabilidad tanto del consumidor, que debe de asumir un pequeño esfuerzo, como de las nuevas generaciones, quienes serán los encargados de transmitir estos valores y de que esta nueva modalidad en la que se busca el bien de todos haya llegado para quedarse.

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