Cada uno, de su madre y de su padre.

Como bien dice este título, haciendo alusión al famoso refrán “cada uno, de su madre y de su padre” el ser humano presenta diferentes formas de relacionarse dependiendo del velo cultural que lo envuelva, y los valores y creencias en las que se hayan cultivado. Si esto lo extrapolamos al nivel empresarial, donde en una economía globalizada como la actual, la creación de relaciones y alianzas se hacen necesarias para el desarrollo y crecimiento de las empresas en la explotación de nuevos mercados, podemos apreciar la importancia que tienen las relaciones entre diferentes equipos de empresas, a los que, además habría que añadirle los intereses que pueden presentar cada uno de ellos.

Las relaciones entre empresas nunca son fáciles, a diario a los equipos involucrados en ellas les suelen dar pereza relacionarse y salir de sus zonas de confort, sus cubículos de la oficina. Pero ¿Qué hacer para mejorar la experiencia? ¿Qué hacer para que se convierta en una oportunidad de crecer y desarrollarse profesionalmente?

Desde la alta dirección se debe fomentar la cultura de colaboración hacia los equipos de trabajo. Los altos ejecutivos deben de gestionar y dar las claves para las buenas relaciones entre equipos y lograr el entendimiento dejando atrás prejuicios. Para ello, se debe apelar a lo que se denomina inteligencia contextual e inteligencia cultural.

La inteligencia contextual trata la habilidad para conocer los límites de nuestro conocimiento y adaptar ese conocimiento a un ambiente diferente del que se desarrolló. En cambio, la inteligencia cultural la definimos como la capacidad de relacionarse e interactuar con eficiencia con otras personas de orígenes culturales distintos. Desarrollar esta habilidad y esta capacidad nos sirve para sobrellevar sin dificultades el escenario empresarial global y multicultural en el que nos encontramos. Y es que ambas son dos de las soft skills más valoradas en el contexto actual.

Las relaciones multiculturales entre equipos de trabajo se deben de ver como una oportunidad de conocer otra forma de pensar, otra forma de actuar e incluso de sentir, de las cuales podemos sacar un aprendizaje para afrontar otras situaciones futuras y ampliar nuestro campo de visión. 

A lo comentado anteriormente, habría que añadir la necesidad de que se genere un clima de confianza entre los equipos de trabajo. Esta confianza es esencial para la buena sintonía de todas las partes, la cual se consigue a través del respeto y entendimiento de la persona o grupo de personas que se tiene enfrente. Para ello, se emplean diferentes técnicas de conducta y de oratoria, que nos permiten superar los desafíos que presentan las relaciones globales, como son malentendidos entre los equipos de trabajo, negociaciones mal gestionadas, barreras lingüísticas, problemas de tramos horarios diferentes y problemas al conseguir la alineación del equipo para lograr los objetivos preestablecidos.

Está claro que estamos en una economía cada vez más globalizada, y por lo tanto, se deben adquirir las competencias y capacidades necesarias para poder desenvolverse en un entorno internacional y multicultural, donde cada empresa y su capital humano es “cada uno, de su madre y de su padre”.

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