¿UN MUNDO SIN DESIGUALDAD?

Es posible que se trate de una cuestión cuanto menos pretenciosa porque, ¿realmente pensamos que podemos llegar a un sistema que no esté basado en desigualdades entre sus componentes? ¿No es más cierto que una igualdad, al menos material, es algo inalcanzable teniendo en cuenta que no somos iguales unos a otros ni tenemos los mismos recursos, ni siquiera existimos en el mismo tiempo?

Si bien es cierto que mi pensamiento se decanta por el momento en considerar que una total erradicación de la desigualdad supone algo totalmente improbable debido a muchas circunstancias prestablecidas que no están siquiera a nuestro alcance; sí considero que podemos trabajar en la disminución de los campos a los que puede llegar este problema respecto de los que si tenemos acceso, gracias a la sensibilización que se ha llegado a alcanzar en todos estos años en la sociedad, además de poder contar con avances tanto científicos cuanto sociales.

De todos los aspectos a los que se hizo alusión en la reunión concernientes a las diferentes parcelas de la desigualdad, el referente a las personas con discapacidad fue uno de los que más captó mi atención puesto que es una realidad con la que convivimos en el día a día y para la que, desde mi punto de vista, no se ha dejado de poner esfuerzo y empeño con el fin de que no sigan siendo noticia eventos como que personas con discapacidad se encuentren hoy en día, no en una situación de completa igualdad de oportunidades, pero sí en un escalón mucho más próspero y esperanzador que hace no muchos años.

¿Desigualdades por la condición de discapacidad?

La realidad es que tradicionalmente se ha venido negando a este grupo de personas aptitudes para poder formar parte de la gran mayoría de ámbitos y sectores de la sociedad, considerando una merma de sus capacidades generalizada que llevaba a excluirlos tanto de puestos de trabajo como de grupos sociales o incluso del poder de autotutela para la toma de sus propias decisiones.

Desde el Gobierno se han venido impulsando numerosas reformas para poder dar cabida a este grupo de personas en varios ámbitos de la sociedad.

Algunos de los ejemplos podemos encontrarlos en su inserción en los puestos de trabajo a través de planes de contratación en centros especiales de empleo o de bonificaciones en las tributaciones de los empleadores para promover su entrada al mundo laboral.

Otras de las medidas que considero con gran impacto que ha tenido lugar recientemente es el cambio de consideración de este grupo de personas ante el legislador a las que ya no se les va a considerar discapacitados sino personas que necesitan un apoyo a su capacidad.

La Ley entro en vigor el pasado 3 de septiembre y supone la reforma de la legislación civil para el apoyo a las personas con discapacidad en referencia al ejercicio de su capacidad jurídica. Esto supone que el punto de partida ya no sea la consideración generalizada de ausencia de capacidad sino la asistencia y apoyo sólo en las áreas en las que efectivamente necesiten un complemento para poder actuar.

Son pequeños gestos, pero estos cambios están consiguiendo que este grupo pueda estar cada vez más integrado en la sociedad y sujeto a menos reticencias de cara a la sociedad.

También encontramos otros ejemplos dedicados a la lucha contra este tipo de discriminación como es ADA “Americans with Disabilities Act”, la Ley Estadounidense con la que se pretende poner fin a la discriminación de las personas con discapacidad en entornos de la vida cotidiana como puede ser el empleo o instalaciones públicas.

Para concluir, volviendo a la pregunta que planteaba al comienzo, aunque fulminar por completo un término como es el de desigualdad en una sociedad como la nuestra es algo por el momento muy lejano, e incluso me atrevería a decir inalcanzable, nuestra capacidad de resiliencia y progreso inalcanzable puede hacer que poco a poco, la parcela que ocupa este término sea cada vez más reducida.





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