Nadie puede hacerlo todo. Pero todos podemos hacer algo.

Cuando definimos la palabra desigualdad, lo primero que se nos viene a la mente es la desigualdad económica, es decir en ingresos, sueldos, capacidad adquisitiva. Pero es necesario, para poder abordar el tema con la relevancia que corresponde, entender que la desigualdad proviene de otros aspectos que quizás nosotros no percibimos por el simple hecho de tener satisfechas nuestras necesidades básicas.

La desigualdad se vive todos los días alrededor del mundo. Cuando a pesar de la globalización y las nuevas tecnologías que ayudan a mejorar la calidad de vida del ser humano, todavía existan personas que no tienen acceso a una educación, acceso a la información, libertad de expresión, salud, vivienda, un trabajo digno y por sobre todo personas que no tienen asegurados sus derechos humanos, algo que todos los seremos humanos deberían tener por el simple hecho de existir.

La humanidad actualmente forma parte la industria 4.0 gracias a las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, internet of things, blockchain y toda la transformación digital que nos permite desarrollar fabricas automatizadas, coches de conducción autónoma y ciudades inteligentes, entre otras cosas. ¿De que nos sirve todo esto, si todavía hay 2.900 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a internet? Es decir, el 37% de la población mundial, nunca han usado internet y, por tanto, están aisladas de toda fuente de información, comunicación y educación.

De acuerdo al informe sobre la desigualdad global 2022 realizado por el laboratorio de inequidad global podemos destacar lo siguiente: “La mitad más pobre de la población mundial posee el 2% del total de la riqueza. Mientras que, el 10% más rico posee el 76% de toda la riqueza. En promedio, la mitad más pobre de la población cuenta con un patrimonio de USD 4.100 y el 10% superior tiene un patrimonio promedio de USD 771.300.” ¿De que nos sirve concentrar tanta riqueza en tan pocas personas? El nuevo informe mundial de la ONU sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos afirma que hay más de 2.000 millones de personas en el mundo que no tienen acceso al agua potable y saneamiento, donde en las mayorías de las ocasiones deben recorrer largas distancias para poder acceder a un recurso tan básico al que todos deberíamos tener acceso.

En la sociedad de hoy en día se ponen en jaque los valores más básicos necesarios para en una sociedad en armonía: El respeto hacia el otro, justicia, integridad, empatía, equidad, la libertad y la igualdad. Por eso para poder combatir las desigualdades a las que se enfrentan todas las personas perjudicadas y desfavorecidas, necesitamos atacar el problema desde la raíz. Es decir, volver a establecer los valores básicos en los países, en las ciudades, en las casas y las familias.

No podemos erradicar la pobreza mundial para hoy, ni asegurar el acceso del agua potable a todas las personas mañana, ni tampoco solucionar todos los problemas desde un macro enfoque. Tenemos que empezar con nuestras actividades cotidianas, con las personas que nos rodeamos todos los días, empezar desde adentro de uno mismo.

Es por eso que nadie puede hacerlo todo, pero todos podemos hacer algo. Aportar nuestro granito de arena a una problemática que nos involucra a todos.

Deja un comentario