LLAMAS EN LA TIERRA

Hoy en día la vida diaria está envuelta en un ambiente de crispación global, donde en todos los rincones del planeta hay sociedades divididas y confrontadas a un nivel no visto en decenios. Lo hemos visto en situaciones como el asalto al capitolio en USA, el golpe de estado en Myanmar, Venezuela o Colombia, entre otras.

 Las personas convivientes con ideologías distintas que desde hace tiempo llevan viviendo entre el respeto y la dignidad, hoy en día parecen llamas en la tierra.

Con una intolerancia a la que se aferran con cada vez más fuerza, como si Zeus les hubiera devuelto el fuego que les arrebató a los humanos por culpa de Prometeo y estos no vieran otra cosa mas que eso, fuego, cenizas de aquella tolerancia que permitía convivir en una sociedad civilizada con la vista puesta en el futuro.

Las llamas en la tierra van agrupándose con otras de su mismo color, odiando a las que pertenecen a la zona fría, un poco más a los de la zona de reducción y un poco menos a los de la zona de oxidación, pero ninguna puede ver que todas forman parte de la misma llama. Y es la llama quien está siendo sacudida por una ventolera externa. Esta ventolera es caliente, va disfrazada de llama de distintos colores, pero no es parte de esta.

La ventolera atusada de llama, se infiltra entre los distintos colores sacudiéndola como un olivo en otoño. Pero con la gran diferencia de que la ventolera, sabe perfectamente quien es, y dónde tiene que agitar la llama para que los colores se dividan cada vez más y se acaben odiando unas partes a otras sin dejar espacio a una convivencia.Haciendo incluso que se olviden de que se necesitan entre ellas y la ventolera lo único que busca es el lucrativo calor de la misma.

Haciendo incluso que se olviden de que se necesitan entre ellas y la ventolera lo único que busca es el lucrativo calor de la misma.

Dejando atrás estas metáforas, hoy en día la crispación se siente más intensa que nunca. Las personas de ideologías distintas se han ido polarizando cada día más y creando guetos ideológicos de los que no se tiene permitido salir, porque si no unos francotiradores te dispararán una etiqueta que te excluirá permanentemente de ese círculo.

Es curioso ver como si, al ser desterrado del anterior gueto y buscando refugio en otro, como se quiera pensar por cuenta propia y poner en tela de juicio cualquier dogma de los establecidos por dioses todopoderosos que dictan sentencia según su conveniencia e interés. Serás también desterrado de este gueto, y disparado por otro grupo de francotiradores con etiquetas que portarán el nombre del gueto del que previamente fuiste exiliado.


Es así como hoy en día funciona la sociedad del odio, la discriminación y el etiquetado

Hoy más que nunca se lleva a muestra en el escaparate de nuestra sociedad las palabras del Bardo de Avon que dictaba: “Si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin mayor fundamento”.

Es en estos tiempos que nos ha tocado vivir, el odio por aquel que algún extraño muy conocido nos ha colocado en la mira del fusil de nuestro odio, pero con mucho cuidado ya que un pequeño descuido podría hacer confundirlo con aquel al que hace encañonar.

Es en estos tiempos que nos ha tocado vivir como llamas en la tierra, azotadas por vientos precisos que nos distan de nuestros semejantes. Bien es cierto que, si todas las llamas apuntaran hacia la misma dirección, desintegrarían a esa ventolera maliciosa y formarían una llama intensa del color de la razón.

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