
- Fecha de publicación
- desembre 2021
- Business
- Artículo

Profesor del Executive MBA y del Máster en Dirección de Personas y Desarrollo Organizativo de ESIC.
Cuando mencionamos las soft skills nos estamos refiriendo a las habilidades, competencias o capacidades blandas, es decir, aquellas asociadas especialmente a la inteligencia emocional.
No se trata de conocimientos ni de la experiencia en el uso de ciertas herramientas o sistemas ni de años en un mercado ni tampoco del conocimiento de una línea de productos o de tecnología…
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Se refiere a capacidades que son intrínsecas a la naturaleza del ser humano: empatía, autorregulación emocional, influencia, trabajo en equipo, comunicación, escucha activa, creatividad… Se ven reflejadas y puestas en valor ante circunstancias como:
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gestionar una situación que genere en el equipo altas dosis de ansiedad —y hasta miedo— ante los cambios que se avecinan;
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manejar conflictos con clientes o proveedores de forma positiva;
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mantener conversaciones valientes con colaboradores, colegas y jefes.
Podríamos citar mil ejemplos. El World Economic Forum (WEF) se refiere a ellas como «las grandes habilidades para el futuro»1. Entre ellas cita algunas como el pensamiento crítico, la empatía, la resolución de problemas complejos, la flexibilidad o la autorregulación emocional. Te animo a que leas el informe. Es un regalo para entender qué debemos hacer para prepararnos ante el futuro que nos espera. ¿Prepararnos? Sí. No hay otra opción.
Desarrollar estas soft skills exige, más que un proceso de cambio, un proceso de transformación personal. Podríamos asociar el hecho de cambiar a conductas, y eso ya es complicado en sí mismo por la dificultad de adoptar nuevos hábitos. Pero cuando hablamos de desarrollar nuevas competencias como las que incluye el informe del WEF, lo más apropiado sería decir que nos enfrentamos a un proceso de transformación personal, es decir, a aprender la relacionamos con el mundo de otra forma: nuestro mindset, nuestros valores, nuestros patrones... han de mutar. Y, quizás, tras esa transformación seamos otra persona.
¿Parece radical? ¿Excesivo? Veamos un ejemplo.
¿Qué exige desarrollar, por ejemplo, el pensamiento crítico? ¿Aprender unas teorías? ¿O quizás aplicar unos modelos —o guías— de reflexión como los estándares universales intelectuales2? ¿O utilizar alguna app?(Esto último es broma).
Aplicar el pensamiento crítico es una invitación a:
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suspender el piloto automático que explicaba Daniel Kahneman3;
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aprender a surfear entre el sistema 1 y el sistema 24;
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ser conscientes de nuestros sesgos, asunciones, creencias y modelos mentales.
Vamos a decir «no» a tener pensamientos y «sí» a pensar. No es lo mismo pensar (en el aquí y en el ahora) que tener pensamientos (prejuicios). Y, lamentablemente, esto no se consigue leyendo un libro o viendo un vídeo. Este aprehendizaje exige primero desaprender (viejos patrones) y reaprender (nuevos patrones). Por eso, en el informe del WEF, se señala que el desarrollo de estas nuevas competencias exige realmente un proceso estructurado y complejo de transformación personal que no se hace en un ratito, sino que puede llevar meses de dedicación, intención y atención plena.
¿Y si la soft skill fuera la empatía? ¿O la resiliencia? ¿O la autorregulación emocional? ¿O el liderazgo?
No cambia nada: sigue siendo igual de retador. Estamos hablando de provocar mutaciones, auténticos cambios de paradigma en nuestra forma de ver y relacionarnos con el mundo. Este es el mundo de las soft skills, las herramientas con las que nos relacionamos con el mundo. No se pueden descargar de la nube como en Matrix; hay que darles luz desde dentro de cada uno de nosotros.
¿Y cuáles son las que más demandan las empresas?
Más allá de lo que señala el estudio, por mi experiencia profesional la empatía, el pensamiento crítico y la resiliencia son cada vez más demandados. ¿Por qué? ¿Otra moda? No.
En este mundo VUCA5 y lleno de «cisnes negros»6 es más necesario que nunca:
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comprender (afiliativa y cognitivamente) otras experiencias y perspectivas del mundo, ya sea de colaboradores, clientes o proveedores;
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saber cuestionar las reacciones y estrategias de siempre para construir respuestas a una realidad cambiante;
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saber hacer frente a los momentos difíciles y adversos a lo largo de una carrera profesional, que seguro que estará cargada de interminables retos, incertidumbre creciente y la necesidad de aprender cada día nuevos modelos, productos, tecnologías o formas de relacionarnos.
Las empresas buscan profesionales empáticos con pensamiento crítico y resilientes. Los analfabetos del siglo XXI serán los que no se preparen para este reto de las soft skills. Aunque sepas mucho de big data, SEO o impresoras 4.0, serás un analfabeto de eso que se llama inteligencia emocional.
¿Transformarse o desaparecer? Esta es la cuestión.
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