Klaus Schwab en su libro La Cuarta Revolución Industrial (2016) escribía “Nos encontramos al principio de una revolución que está cambiando de manera fundamental la forma de vivir, trabajar y relacionarnos unos con otros. En su escala, alcance y complejidad no se parece a nada que la humanidad haya experimentado antes”.
La pregunta, así formulada, suena tan simple que merece una respuesta igual de simple: el que se lleva a cabo fuera de las fronteras de un país. ¿Y también lo es dentro de la UE al ser una zona económica única? Ya empezamos a complicarlo un poco, porque es más «internacional» por cuestiones de documentación, aduanas, procedimientos y formas vender el comercio con Canarias que con Italia. Por eso la pregunta no tiene una respuesta fácil.
En el año 2007 se publicó la LOIMH, un hito social en materia de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, que afectaba principalmente a las empresas de más de 250 personas. Algunas empresas se animaron, además de cumplir con esta ley, a sacar partido a una obligación que podía convertirse en una oportunidad (nunca mejor dicho): la de alinear la igualdad de género con la estrategia de la empresa, la de detectar áreas de mejora a través de los diagnósticos y la de establecer planes de acción a través de los planes de igualdad.
Podemos pensar que la salud financiera de una empresa es tener muchos millones de facturación, tener un gran margen bruto o un EBITDA (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) gi