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Se suele contratar a las personas en base a sus conocimientos técnicos pero se les acaba despidiendo por no saber poner en práctica sus habilidades emocionales. El que simplemente sea un genio, vale para autónomo, pero la comunidad que conforma una empresa requiere de otros requisitos.

Lo primero que tenemos que hacer es ver a nuestra gente como seres humanos más que como recursos humanos.

Nunca me ha gustado eso de "Recursos humanos", porque la única manera feliz de alcanzar objetivos, resultados y fines es comenzar por principios que valoren lo humano de los recursos.

Y cada vez menos se tienen y trabajan principios y valores humanos. Sólo recursos.

Los valores que buscamos en las personas para desarrollar un alto desempeño solo los podremos obtener si lo dejamos florecer del interior de cada persona.

El amor y el entusiasmo con que las personas hacen su trabajo no se puede comprar.

Revise los contratos de su gente. En ninguna clausula figura el entusiasmo, optimismo, fe y pasión con la que va a desempeñar su tarea.

La entrega no se exige, se regala. Y hay que ganársela día a día

Cuando uno tiene claro el fin, los medios son más fáciles. Si lo que estás haciendo hoy no te acerca adonde quieres estar mañana, es como correr como "pollos sin cabeza".

Se hace mucho, pero no se hace bien. Piense si cuando va a un concierto quiere que el pianista toque mucho o toque bien.

¿Ocurre eso con la gente de su empresa? Si es así, para que se produzca un cambio, requiere una inversión en su equipo y una trasformación cultural en su empresa.

La actitud típica de las compañías es destinar la mayor parte de su inversión a la adquisición de capital inconsciente y gastar relativamente poco en el desarrollo del capital consciente, es decir, el capital humano.

Piense en su equipo. Si a la habilidad en sus capacidades no le vamos sumando profundidad en sus actuaciones nos costará que den sentido a lo que hacen y a su vez lo logren transmitir a los demás.

De usted depende hacer de su gente apóstoles, mercenarios o rehenes.

No evalúe a la gente que tiene a su cargo solo por la eficiencia de lo que hace. Fíjese en la parte invisible del mismo. En su generosidad, su actitud ante los demás, su gratitud, su humildad, sus ganas de cooperar y contribuir en bien del equipo... Sus valores además de su conocimiento.

¿Cuánto tiempo dedica para hacer las cosas bien y cuanto para ser mejor persona?

No se hace un mundo (ni una empresa, ni una familia) diferente, con gente indiferente.

Y si usted no piensa diferente tampoco logrará tener una empresa diferente.

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  18 de Ene del 2017 | a la(s)
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