Responsable del título de Publicidad y Relaciones Públicas; director del Departamento Académico de Comunicación y Publicidad y Aula Multimedia y director del Máster Universitario OGC en ESIC.
Experto en las áreas de Comunicación; Publicidad y Relaciones Públicas. Editor de la Revista Internacional de Investigación en Comunicación AdResearch.
Se podría decir que el estribillo del último éxito de reguetón clásico Vivo rápido y no tengo cura de la cantante Rosalía con J. Balvin y El Guincho representa el verdadero santo y seña de nuestro vertiginoso estilo de vida moderno. El poeta Virgilio ya lo intuyó y no pudo expresarlo de manera más contundente: “Tempus fugit”. Con ello, supuestamente querría decir que el tiempo siempre está a la fuga, que nunca es suficiente, y esto, que también es así en la actualidad, nos obliga a ir cada vez más rápido.
Como cada año, la Super Bowl ha sido el gran acontecimiento deportivo de la temporada. Un juego que compite con la final de la Champion en el ranking de los programas con más audiencia. Este año, más de 100 millones de personas vieron a los New England Patriots alzarse con la victoria ante Los Angeles Rams. Pero no todo lo que importa en esta cita es el juego.
Hace mucho tiempo, cuando íbamos de excursión con el colegio, ya a bordo del autobús solíamos entonar una divertida canción cuya letra decía: “Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras tralará. Por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas”. La canción continuaba alegre entre trolas divertidas y fascinantesa la vez que el autobús iba salvando las curvas de la carretera y esquivando algún que otro bache.Aquello era un simple juego infantil para matar el rato.
Si, tal y como insisten desde las diferentes fuentes de audiencias y consultoras, la televisión sigue siendo el medio rey por las audiencias que capta, el spot, por definición, debería ser la “corona”.