El marketing, la disciplina que nació preparada para un mundo cambiante

Con la llegada de la transformación digital, muchas profesiones empezaron a experimentar un declive dentro del mapa laboral. Si a ello se suma una crisis que ha acelerado el desarrollo y la integración de nuevas tecnologías digitales, la renovación del mercado de trabajo ya no se contempla como un mero hecho que está sucediendo, sino como una necesidad apremiante. Especialmente, el ámbito empresarial está viviendo una época de profundas innovaciones. Independientemente del sector de actividad, del tamaño y de la regulación de las organizaciones, todas -algunas bajo la bandera de la subsistencia, otras bajo la bandera de la excelencia- están implementando nuevos sistemas que les permitan entrar en la onda expansiva de la digitalización. Y es que, sin ninguna duda, la transformación en este orden ha llegado para quedarse, no como algo inalterable, sino como elemento vivo en permanente “estado beta”.

En este escenario, los jóvenes que ven su futuro ligado a la gestión empresarial tienen ante sí un mundo de oportunidades. Pero, como reverso de la moneda, deben saber procurarse los conocimientos y las aptitudes adecuados para poder participar de ellas. La formación que elijan es clave para diferenciar su camino profesional de lo que hasta ahora se ha hecho, frente a lo que está por hacer.

En esta encrucijada, el marketing, como disciplina relativamente joven en el mundo de la academia, sobresale con luz propia. Si nos adentramos en ella, descubrimos que su cuerpo teórico procede de un cúmulo de materias que, tradicionalmente, pertenecían a especialidades independientes. Así, el marketing tiene mucho de empresariales y de economía, bastante de publicidad, de comunicación y de relaciones públicas, y cada vez más de ingeniería informática y de telecomunicaciones. Pero lo principal es su cuerpo práctico, porque en su desarrollo se da la trascendencia efectiva de todo este cúmulo de conocimientos en una renovada ciencia multidisciplinar. Sin duda, en la práctica del marketing hay una sinergia de técnicas que responden de una manera más orgánica a la realidad empresarial actual y, lo que es más importante, de una forma más efectiva. Su objetivo es, por un lado, preparar profesionales suficientemente transversales para comprender la realidad dinámica de una organización, y por otro, suficientemente polivalentes para saber actuar en consecuencia.

Además, el marketing permite gran permeabilidad de nuevas tendencias empresariales, lo que la convierte en la disciplina mejor preparada para dar respuesta a las futuras transformaciones en un mundo globalizado. Así, tendencias de corte más tecno, como la inteligencia artificial o el Internet de las cosas, o enfoques más relacionados con la psicología organizacional o el management, como el emprendimiento o la sostenibilidad ecológica, tienen cada vez más presencia en los planes de estudio de las carreras de marketing.

Ciertamente, aunque en todas las ramas del saber convenga una reforma metodológica y una actualización de contenidos, quizás sea la ciencia empresarial la que, de la mano del marketing, esté más cerca de poder dar respuesta a los próximos desafíos en un ecosistema de grandes disrupciones.

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