Durante más de medio siglo, el producto interior bruto (PIB) ha sido el indicador hegemónico para medir el éxito de una nación. Un PIB en alza se traducía en prosperidad y desarrollo. Sin embargo, en un mundo que afronta crisis climáticas, desigualdades crecientes y complejos riesgos geopolíticos, esta visión se ha vuelto peligrosamente incompleta. El crecimiento económico no es necesariamente sinónimo de progreso real.
El auge del ecommerce ha transformado la forma en que compramos, pero también ha puesto sobre la mesa un desafío logístico monumental: la gestión de las devoluciones. Durante años, muchas empresas vieron este proceso como un coste inevitable, un problema que había que minimizar.
Lanzamiento de una nueva campaña, optimización del SEO, creación de contenido, gestión de redes sociales, preparación de un evento... Los equipos de marketing gestionan una cantidad enorme de iniciativas simultáneamente. Sin una visión clara, es fácil perderse en las tareas del día a día y olvidar la estrategia que las une. ¿Cómo podemos alinear a todo el equipo y a los stakeholders hacia un objetivo común? La respuesta es el roadmap.
En los últimos años, hemos sido testigos de la explosión de la inteligencia artificial generativa. Herramientas como ChatGPT o Midjourney han pasado de ser una novedad a convertirse en un asistente cotidiano para muchos profesionales del marketing. Sin embargo, su carácter generalista a menudo choca con una necesidad fundamental: la especialización y la voz de marca.